sábado, 28 de septiembre de 2019

¿Qué nos está pasando?

Publicado en:
Revista Lea (Chiclayo Perú)

La humanidad está viviendo tiempos extremos. Desde hace bastantes décadas, nos afanados en autodestruirnos y lo trágico es que -parece- no somos conscientes de que cada afectación a la naturaleza nos acerca más y más a la extinción como especie.

Desde hace semanas apreciamos que arden cientos de miles de hectáreas de bosques en Paraguay, Perú y especialmente en la Amazonía de Bolivia y Brasil. En Bolivia, en lo que va del año, según la Fundación Amigos de la Naturaleza, se habrían quemado 1,8 millones de hectáreas. En Brasil habría un incremento anual de incendios forestales en un 84%.

Nos cuesta comprender que somos los humanos los que necesitamos de la naturaleza y del planeta y no la Tierra de nosotros, para seguir existiendo. Algo tan elemental, pero al mismo tiempo simple, que gobernantes y gobernados no somos capaces de asimilar y actuar.

En nombre del denominado “desarrollo”, nos hemos constituido en el principal depredador de nuestro hogar, el planeta Tierra. Los que más tienen más quieren y los que menos tienen, entre otras razones, además de ser “educados” para ser indiferentes sumisos y permisivos con los depredadores, somos “controlados”, a sangre y fuego, cuando levantamos la voz en defensa del medio ambiente.

Pese a ser la única especie con capacidad de razonamiento, somos los que no paramos -un segundo- de contaminar el lugar donde estamos. Por eso nos hemos convertido en el animal más peligroso sobre la faz de la tierra y, al paso al que vamos, más temprano que tarde daremos paso al apocalipsis.

Por eso, es deber de la humanidad elegir líderes que reconozcan la importancia de proteger la naturaleza y que se esfuercen en promover soluciones científicas e integrales y una enorme base social empoderada que las respalde. Neguemos nuestro respaldo a quienes sólo creen en sus efímeros intereses personales y de grupos, en todos lados sabemos quiénes son. Pensemos cómo limitar su acción destructiva y cómo efectivizar los mecanismos legales internacionales existentes para que sus crímenes contra la Tierra y sus habitantes tengan castigo.

No podemos seguir permitiendo que desde los gobiernos se siga legalizando la lapidación del planeta. Tampoco sustituyendo y restando responsabilidad, con fines electorales, a los gobiernos regionales y locales. Es también inconcebible que sigamos guardando silencio cuando nuestros gobiernos destinan migajas para las “políticas medioambientales” a nivel nacional, regional y municipal.

Es fundamental también que, quiénes integran los sectores predominantes, el sector minero por ejemplo, aprendan a respetar la naturaleza, nuestra diversidad y pluriculturalidad (diversos pueblos con sus propias culturas en un mismo Estado), que pasa porque abandonen su lógica de relacionamiento basado en el abuso de poder, la manipulación y los costos ocultos.

La relación entre mercado, medio ambiente, política y ciencia, necesita ser replanteada. Necesitamos relaciones basadas en el equilibrio de la naturaleza, el respeto a los seres vivos y la preservación de la especie humana.

Si nada cambia, la auto-extinción humana sería un justo castigo. Aún lo podemos evitar. Les recuerdo que no tenemos otro hogar, más que la Tierra.

No hay comentarios:

Publicar un comentario