sábado, 1 de diciembre de 2018

Sobre el referéndum del 09 de diciembre

Publicado en:
El Clarín (Cajamarca Perú)

Para Maurice Duverger (Francia 1917 - 2014) el referéndum es uno de los procedimientos utilizados en la democracia semidirecta por el que los ciudadanos pueden intervenir acerca de una decisión tomada o preparada por sus representantes. Éstos, en los países que lo contemplan, son el Congreso o el Gobierno. Ellos preparan un texto sobre el que son llamados a pronunciarse todos los ciudadanos por sufragio universal. Si lo aceptan, el texto se convierte en ley y si lo rechazan, el texto no se aplica.

En Perú, los artículos 31 y 32 de la Constitución Política establecen que el referéndum es un derecho político que tenemos los ciudadanos de participar en asuntos públicos.

En este marco, el 10 de octubre, el presidente Martín Vizcarra, como jefe del Gobierno nacional, en un contexto de crisis de gobernabilidad del país debido a los escándalos de corrupción política empresarial y judicial, convocó a referéndum nacional para someter a consulta de la ciudadanía la aprobación o no aprobación de cuatro (4) leyes de reforma constitucional, aprobadas por el Congreso en octubre bajo “ultimátum” presidencial, frente al riesgo de su disolución y la convocatoria de nuevas elecciones parlamentarias.

Ley de reforma constitucional sobre la conformación y funciones de la Junta Nacional de Justicia (JNJ), antes Consejo Nacional de la Magistratura.

Modifica los artículos 154, 155 y 156 de la Constitución, referidos al CNM.

El artículo 154, regula las funciones de la JNJ, y podrá nombrar, previo concurso público de méritos y evaluación personal, a los jueces y fiscales de los distintos niveles funcionales. También ratificará, con voto público y motivado, a los jueces y fiscales de todos los niveles cada siete (7) años. Igualmente desarrollará "conjuntamente con la Academia de la Magistratura la evaluación parcial del desempeño de los jueces y fiscales de todos los niveles cada tres años y seis meses". El punto 2 del mismo artículo 154 constitucional establece que "Los no ratificados o destituidos no pueden reingresar al Poder Judicial ni al Ministerio Público". "La sanción de destitución a los jueces de la Corte Suprema y fiscales supremos; y, de oficio o a solicitud de la Corte Suprema o de la Junta de Fiscales Supremos, respectivamente, a los jueces y fiscales de todas las instancias", también será competencia de la JNJ. Los otros artículos tienen que ver con los requisitos para ser miembro de la JNJ.

Habría sido beneficioso para el país que los distintos gobiernos democráticos, desde el año 2003, hubiesen empeñado sus mayores y mejores esfuerzos en profundizar la reforma integral a las distintas instituciones que hacen al sistema de justicia que nos planteo y acordamos a través del Acuerdo Nacional por la Justicia (2003) y luego -vía ley (2004)- la Comisión Especial para la Reforma Integral de la Administración de Justicia (CERIAJUS). Fueron los intereses que genera la corrupción los que llevaron a que Toledo, Alan, Ollanta y PPK, en sus respectivos gobiernos, no le den prioridad a esta agenda de Estado; por eso no estoy de acuerdo que estas valiosas iniciativas sean desechadas y sustituidas por medidas mediáticas, cosméticas y coyunturales.

En esa medida, esta reforma constitucional, puede ayudar (y VOTARÉ por el SI) pero enfatizo en que no resuelve los problemas de nuestra justicia que, es de crisis estructural, de todo el sistema judicial y no solo del Poder Judicial y Ministerio Público.

Ley que modifica el artículo 35 de la Constitución Política del Perú para regular el financiamiento de organizaciones políticas.

La Constitución actual, al regular la vigencia de las organizaciones políticas, es genérica y deja al Congreso, vía leyes de desarrollo constitucional, una tarea que nunca cumplió.

En esa medida, el texto sustitutorio de este artículo 35 constitucional, introduce cambios sustantivos en la regulación de su financiamiento, cuando establece que debe contar con fiscalización, control, aportes bancarizados y penalización si se acepta financiamiento ilegal de empresas como Odebrech.

"El financiamiento de las organizaciones puede ser público y privado. Se rige por ley conforme a criterios de transparencia y rendición de cuentas. El financiamiento público promueve la participación y fortalecimiento de las organizaciones políticas bajo criterios de igualdad y proporcionalidad". Añade que, "el financiamiento privado se realiza a través del sistema financiero con las excepciones, topes y restricciones correspondientes. El financiamiento ilegal genera la sanción administrativa, civil y penal respectiva".

En orden a lo expresado, respecto a esta reforma también mi VOTO es por el SI. No obstante, considero que la crisis política y de declive de nuestra institucionalidad democrática no se resuelve con leyes, es un asunto de hombres. Es el ser humano, nuestros políticos y nosotros que los elegimos, los que estamos fallando. No tenemos ciudadanía efectiva, aun somos sólo cifras.

Ley de reforma constitucional que prohíbe la reelección inmediata de parlamentarios de la República.

La actual Constitución en su artículo 90 regula que los integrantes del Congreso “se eligen por un período de cinco años”. La modificación constitucional establece que “los parlamentarios no pueden ser reelegidos para un nuevo periodo, en el mismo cargo”. Entones de ganar el sí, respecto a esta pregunta del referéndum, no habrá reelección inmediata, sino después de un periodo congresal.

En esa línea, destaco y respaldo la renovación de la composición de nuestro Poder Legislativo; considerando que ésta medida contribuirá a la democratización de los partidos políticos, que se verán obligados a abandonar el continuismo de sus “vacas sagradas”, impulsará su evolución interna y la promoción de nuevos “cuadros”.

Se busca, con esta reforma, dinamizar y mejorar la relación de la población con la democracia y la política y ampliar las oportunidades para una participación ciudadana efectiva. Ojalá, este nuevo escenario a futuro, evite que elijamos nuevamente una composición mayoritaria de tiranía como la de los “fuji-montesinistas” y sus aliados “alanistas”; que siguen acechando nuestra precaria democracia. Por estas consideraciones mi VOTO, sobre esta reforma también es por el .

Ley que modifica diversos artículos de la Constitución Política de 1993 para establecer la bicameralidad dentro de la estructura del Congreso de la República.

En nuestro país la bicameralidad (la existencia de una cámara de diputados y una cámara de senadores en el Congreso) estuvo reconocida en la Constitución de 1979 y fueron los “fuji-montesinistas” los que la eliminaron con el autogolpe de estado del 5 de abril de 1992.

Paradígicamente es esta misma organización política y sus aliados “alanistas”, los que promueven su reincorporación constitucional; con el fin de generar opciones para mantener espacios de poder político. Han terminado por "desnaturalizar" la propuesta del Ejecutivo. De 30, que era la propuesta inicial, aumentaron a 50 el número de senadores. También fue retirado de la propuesta inicial que “los congresistas deben declarar sus intereses y patrimonios en forma pública, bajo responsabilidad, conforme a ley.”

La bicameralidad existe en distintos países y ha logrado mejorar la calidad de la producción legislativa del Congreso, al establecer la separación específica de funciones entre los diputados y senadores. Esta no es la visión que tienen la mayoría parlamentaria, por eso mi VOTO será por el NO.


El Perú, que es de todos y todas, está sitiado por organizaciones criminales que, desde sectores antidemocráticos del Congreso el Poder Judicial, el Ministerio Público, la prensa y el empresariado, asechan y conspiran para seguir beneficiándose y afirmándose en el poder. Por eso, respaldar las tres primeras medidas es lo sensato y conveniente para nuestro país.

Cuando la indiferencia resta

Publicado en:
Correo del Sur (Sucre Bolivia)
Los Tiempos (Cochabamba Bolivia)
El Clarín (Cajamarca Perú)
El Poder (Tarapoto Perú)

En varios de nuestros países existen peligros para la gobernabilidad democrática, por acción de gobernantes y políticos con perfiles populistas, autoritarios y ligados a la corrupción y la impunidad. A diferencia de otros tiempos, en los que el acceso a la información era un privilegio, ahora nuestra población conoce más y más y va tomando consciencia de esta situación. No obstante muy pocos lo expresan pública y libremente.
Si bien es cierto que opinar o callar son opciones, desde el plano legal derecho, debemos sopesar si nuestro silencio suma o resta –en tiempos de crisis– a la construcción de institucionalidad democrática y un país, entre otros aspectos, con ciudadanos y no meros números o estadísticas.
En ese sentido, respaldo la tesis que el verdadero poder no lo tienen nuestros gobernantes, sino las personas informadas, aquellas que eligen bien y controlan e interpelan las acciones de gobierno (en sus distintos niveles funcionales); sobre todo cuando éstas derivan de la arbitrariedad, el abuso, los excesos y la ilegalidad.
El poder conferido, cuando elegimos a una autoridad, debe ser controlado. Ese control es una prerrogativa de todos y todas y es un atributo de vivir en democracia. Debe ser realizado de modo permanente y persistente. No controlar a nuestros gobernantes (presidentes de Estado, presidentes regionales o gobernadores y alcaldes) da pie a la degeneración de la política y la destrucción de la democracia. De estas situaciones, que debemos repensar y superar con ejercicio de ciudadanía efectiva, que se expresan a través de diversos medios (prensa, mercado, instrumentalización de sectores en situación de vulnerabilidad, etc.), se alimentan los políticos mediocres y sin identidad de país, las dictaduras (de derecha centro o izquierda) disfrazadas de democracia a través de vías como la corrupción y la impunidad.
Me pregunto, en esa línea de reflexión siguiendo a Ken Follett, si los miembros de esta generación tendremos que lamentarnos no solo por las palabras y los actos odiosos de las malas personas que nos gobiernan, sino por los clamorosos silencios de las buenas. En ese mismo sentido, Martin Luther King, dijo que lo preocupante no es la perversidad de los malvados sino la indiferencia de los buenos.
No callemos, no caigamos en el plano de la indiferencia. Si bien es cierto ésta genera comodidad y, a lo mejor, proyección personal o familiar por sus beneficios, termina petrificando a los seres humanos al mostrarlos como autómatas, egoístas y sin responsabilidad y sensibilidad social, sin amor e identidad con la patria y como peso muerto de la historia.
Resulta comprensible que no todos estemos preparados para librar esta lucha contra el abuso de poder y las distorsiones que exhibe nuestra incipiente democracia. Pero no es aceptable que profesionales, que un día juraron cumplir reglas éticas y morales a favor de la construcción de un mundo mejor, ahora declinen y le den la espalda a una realidad que a todos y todas nos daña y aleja –cada vez más– del objetivo de país, que –penosamente– muchas de nuestras naciones aun no identifican.
Recuerda: ¡Nada es tan bueno para los políticos autoritarios y ligados a la corrupción y la impunidad que tu indiferencia…!

¡Fuera Chávarry!

Publicado en:
El Clarín (Cajamarca Perú)
El Poder (Tarapoto Perú)

¡Fuera Chávarry!, es una frase que sigue creciendo y cada vez adquiere más potencia social. Su mensaje refleja el repudio colectivo a una autoridad impuesta por grupos que se alimentan de la corrupción y la impunidad y traduce la impotencia de cientos de miles de peruanos que, aun creen en la política y la democracia como instrumentos posibles para la convivencia civilizada, sienten que el “sistema imperante” se burla al darles una persona con perfil delictivo como máxima autoridad del Ministerio Público; una institución clave para perseguir, en nombre de la sociedad y el Estado, el delito y servir como una de las bases del estado de Derecho.

Recordemos que el 7 de junio del año que transcurre, Pedro Gonzalo Chávarry Vallejos fue elegido como Fiscal de la Nación por la Junta de Fiscales Supremos (órgano de gobierno de mayor jerarquía del Ministerio Público compuesto por cinco fiscales) para el periodo de julio de 2018 a julio de 2021; sucediendo en el cargo a Pablo Sánchez Velarde. Lo eligieron los fiscales Tomás Gálvez y Víctor Rodríguez. Chávarry votó a su favor.

Desde entonces, e incluso antes, las acciones y omisiones funcionales de esta autoridad, han contribuido a profundizar la crisis en el sistema de justicia que ha impactado -dramáticamente- en la gobernabilidad del país, generando una coyuntura sin precedentes debido al abuso de poder del sector antidemocrático del Legislativo que lo protege con uñas y dientes. 

Sus diversos vínculos con el crimen organizado a nivel político, empresarial y ciertos jueces corruptos de las cortes de Lima, el Callao y de otras provincias estratégicas -económicamente- de nuestro país, no han sido todos judicializados ni esclarecidos, fundamentalmente, por esa protección que recibe de la alianza política “fujimontesinista” – “alanista” y también desde el sector nostálgico de la prensa que sirvió (vendiéndose) a la dictadura de Alberto Fujimori y Vladimiro Montesinos y sus aliados en las fuerzas armadas y el mundo empresarial. 

Esta protección fiscal de Chávarry, queda claro, sería a cambio de impunidad respecto a las imputaciones que pesan sobre la señora Keiko Sofía Fujimori Iguchi, el señor Alan García Pérez y otros políticos de mando medio, ligados a ellos, que en su momento hicieron gobierno como la señora Mercedes Rosalba Aráoz Fernández. No perdamos de vista además que el informe final en mayoría de la Comisión “Lava Jato”, presidida por otra congresista fujimorista Rosa Bartra Barriga (representante por La Libertad), encargada de investigar los presuntos sobornos pagados por la empresa Odebrecht a estos funcionarios peruanos, dictaminó el pasado 10 de noviembre excluir a García y Fujimori con el voto de 59 parlamentarios (fujimoristas y apristas y de la oficialista Aráoz Fernández) a favor.

Son tres las denuncias constitucionales contra Pedro Chávarry que siguen pendientes de debate, desde hace meses, en la Subcomisión de Acusaciones Constitucionales del Congreso, que preside el representante de Ica también del partido fujimorista, César Antonio Segura Izquierdo. La primera es la denuncia Nro 239, presentada el 21 de agosto por el congresista Gino Costa por la presunta infracción constitucional a los artículos 3, 39, 44 y 158 de la Carta Política (incluye los audios con su “hermanito” ahora detenido ex juez supremo César Hinostroza). La segunda denuncia es la Nro 248, de la legisladora de Alianza para el Progreso Gloria Montenegro por la presunta infracción al artículo 158 de la Constitución y la presunta comisión del delito de organización criminal; que fue presentada el 4 de setiembre y contiene el informe de la fiscal Sandra Castro que lo señala como posible miembro de la organización criminal “los cuellos blancos del puerto”. Una tercera denuncia es la Nro 262, promovida el 1 de octubre pasado por Amado Enco, procurador anticorrupción y responsable del proceso de extradición de España del capturado César Hinostroza, por los presuntos delitos de tráfico de influencias, patrocinio ilegal y organización criminal. 

Tampoco han sido esclarecidos los vínculos de Chávarry con el congresista fujimorista por Lambayeque Héctor Virgilio Becerril Rodríguez, por el caso de los audios del Consejo Nacional de la Magistratura. 

Impunidad total, que le permite al fiscal Pedro Gonzalo Chávarry Vallejos, amenazar a cuanta autoridad judicial, fiscal o política que constituya un riesgo para él y sus aliados políticos, cuyos operadores conspiran y ejecutan al amparo de las inmunidades que ofrece ser parte de nuestro Congreso. Hasta ahora no ha dudado en amenazar y confrontar con el presidente Martín Vizcarra y su primer ministro, a la prensa independiente y al equipo especial de fiscales anticorrupción. Mención especial merece el acoso y amedrentamiento que intentan, él y sus aliados políticos y su prensa nostálgica, generar en el fiscal Domingo Pérez, el juez Richard Concepción y otros operadores y administradores de justicia democráticos e independientes.

A estas alturas nada de lo que digan los integrantes de esta organización criminal, resulta creíble. Sí es conveniente y necesario que Chávarry se vaya. Porque jamás podrá ser juez y parte, por el conflicto de intereses que tiene en esta trama delictiva.

¿ACASO PODRÍA EL FISCAL CHAVARRY INVESTIGARSE A SI MISMO?

viernes, 9 de noviembre de 2018

Cerremos filas contra la corrupción y la impunidad

Publicado en:
El Clarín (Cajamarca Perú)

“Asistimos a un momento crucial de la historia de nuestro Perú, en el que la población tiene nuevamente el sagrado deber de cerrar filas contra la corrupción”. Así lo expresamos en nuestra anterior columna y hoy ratificamos como apremiante esa necesidad, porque si gana el cáncer social de la corrupción el gran perdedor será nuestro país.

Ya no existe duda que los fines del accionar “fuji-montesinista”, sus aliados “alanistas” y un sector del mundo empresarial, desde los espacios institucionales de nuestro Congreso intentan controlar a algunas instituciones contraloras y fiscalizadoras, es para “blindarse” y seguir ampliando sus márgenes de impunidad y vigencia política en el país que, antes que de ellos, es nuestro.

Ayudar a fugarse a España al juez supremo César Hinostroza Pariachi y mantener en su cargo al fiscal de la nación Pedro Gonzalo Chávarry Vallejos, pese a ser de público conocimiento sus vínculos con la red de corrupción conocida como "Los Cuellos Blancos del Puerto", es parte de una malévola estrategia, urdida en alianza de los “fuji-montesinista” y los “alanistas”, que busca evitar investigaciones y juzgamientos imparciales por corrupción contra la dos veces candidata presidencial Keiko Sofia Fujimori Iguchi y el dos veces presidente Alan García Pérez.

Recodemos que fue Yhenifferd Bustamante Moretti, cónyuge del congresista fujimorista Juan Yuyes Meza (hoy con detención preventiva), quien ayudó a fugar del país a César Hinostroza pariachi, por el puesto migratorio de la frontera de Tumbes. Tengamos presente también que, desde que se “destapó” la existencia de tres redes de corrupción judicial vinculadas a sectores de la política nacional y el mundo empresarial, los cinco congresistas apristas -abusando de sus prerrogativas funcionales (éticamente hablando)- han hecho caja de resonancia de las acusaciones y psicosociales de su líder Alan García y están en campaña de desprestigio del trabajo del juez Richard Concepción Carhuancho, del fiscal José Domingo Pérez Gómez y del propio presidente Martín Alberto Vizcarra Cornejo.

Son sintomáticas sus conductas y darían seña del temor y desesperación que tienen, de que los peruanos conozcamos más de sus relaciones privilegiadas y negociados. Saben que será su ruina política y personal que nos enteremos, vía procesos judiciales, del modo de operar de la corrupción y en qué niveles y personas de los últimos gobiernos se dio. Buscan impedir que fiscales y jueces independientes los juzguen, por eso los atacan coordinadamente y no han dudado en plantear -el pasado martes- una “cuestión de orden” en el Congreso para dejar por fuera la sustentación del dictamen en minoría del congresista Morales que incluye a Alan García Pérez y Keiko Sofía Fujimori Iguchi. Más claro no puede resultar el “blindaje” del que los pensantes del Perú hablan.

Los ex presidentes Alejandro Toledo Manrique, Ollanta Moisés Humala Tasso y Pedro Pablo Kuczynski Godard, formarían parte de este tinglado de millonarios negociados y coimas. Los tres tendrían “rabo de paja” y les conviene que la lucha contra la corrupción que lidera el presidente Vizcarra y el sector institucionalista y democrático del Poder Judicial y del Ministerio Público no avance, no genere resultados, no los exponga. Ellos lo saben y los directivos de la empresa brasileña Odebrecht lo habrían confirmado. En este mismo círculo dorado estarían la ex alcaldesa de Lima Susana María del Carmen Villarán de la Puente y el todavía alcalde Luis Castañeda Lossio

El tiempo y el oxigeno político se les acaba, a todos estos personajes y sus operadores, considerando que el derecho penal los está arrinconando, al igual que la prensa independiente y que las calles les está pasando factura. Por eso, no están dudando en usar sus secuaces como el ex cardenal Juan Luis Cipriani, el ex congresista y ministro de Estado Rafael Rey Rey, la ex candidata presidencial Lourdes Flores Nano, entre otros. Todos ellos han terminado desnudando, por sus públicas opiniones, sus vínculos con la corrupción; porque saben que tarde o temprano Odebrecht volverá a “cantará” y, en esa medida, un día no lejano el brazo largo de la ley los alcanzará.

Evitemos que la historia se repita una y otra y otra vez. Los peruanos honestos, que somos más, podemos vencer a la corrupción. Demandemos que día a día más voces se alcen contra ella, sumando la de los pensadores e intelectuales y de cada personaje -no político- que tiene influencia positiva en la vida nacional. En este tiempo, si existe compromiso con nuestro Perú, no se admiten los silencios y las medias voces.

Chávarry debe irse y es el Congreso (controlado por el “fuji-montesinismo” y sus aliados “alanistas”) la única institución que lo puede sancionar. Esto debe quedar muy claro. Hinostroza debe ser extraditado de España y juzgado. Cada autoridad o ex autoridad política con cargos penales por corrupción, de las últimas décadas, deben tener un debido proceso.

Los peruanos con esencia y visión de país mejor, no debemos bajar la guardia y más bien cerrar filas contra los corruptos. Usemos información válida, argumentos propios y afirmemos nuestra peruanidad.


Les dejo con esta interrogante: ¿Es justo que nuestros hijos y los hijos de ellos y los que los sucedan, reciban de herencia un país enajenado a la corrupción y con políticos de perfil delictivo?


Algunas reflexiones que nos va generando el caso Keiko Fujimori

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El Clarín (Cajamarca Perú)

Todos los días, pese a vivir fuera de Perú, sigo los acontecimientos que marcan nuestra agenda nacional. Siento que es un deber estar informado y un compromiso expresarme, en la lógica de generar -entre los que me leen- corriente de opinión a favor de la construcción y afianzamiento de valores y principios que ayuden a fortalecer nuestra incipiente democracia y débil estado de Derecho.

Primeramente recordar que el destacado papel que están desarrollando operadores y administradores de nuestro sistema de justicia, como el juez Richard Concepción y el fiscal José Domingo Pérez y sus respectivos equipos, es una regla y no una excepción en una democracia. Según nuestra Constitución Política y leyes que plasman su desarrollo, todos los jueces y fiscales, tienen el deber de cumplir función bajo los parámetros y principios que hacen a la idoneidad, independencia, celeridad y con compromiso con los derechos humanos y respeto al estado de Derecho. Conozco decenas de jueces y fiscales, en casi la mitad de cortes superiores del país, que así lo hacen. 

Nos extraña el papel de Concepción, Pérez y de algunos abogados que defienden la corrupción, porque aun vivimos en un país de prejuicios y discriminación, de desinformación, escasa lectura y porque nos gusta ser caja de resonancia de los discursos predominantes y de moda política. Cómo lo expresé en mi anterior opinión, “los peruanos somos prisioneros de nuestras propias pasiones” y aun no comprendemos que para dar un salto cualitativo como país, necesitamos madurar como individuos y en conjunto como sociedad; despojándonos de muchos lastres y taras culturales.

En esa línea de valoración, de lo que nos falta aprender y hacer para mejorar, queda en evidencia de que, en general, desconocemos cómo funciona un circuito judicial en materia penal (hablo de la necesidad de contar con cultura básica en materia judicial). También de que es imperativo promover e institucionalizar una cultura del reconocimiento desde el Estado y desde lo social, a aquel servicio que sí se brinda bien (para esos buenos jueces y fiscales que tenemos a lo largo y ancho del territorio “que se las juegan” para que tengamos un mejor futuro - separando la paja del trigo). Subyacen también mensajes para las jerarquías y formas o niveles de organización del Poder Judicial, del Ministerio Público y de aquellas instituciones que hacen al sistema de justicia, de despojarse de todo vestigio de corrupción (rompiendo el pacto infame de hablar a media voz), de respaldar institucionalmente a los jueces y fiscales honestos que tienen casos emblemáticos y de trascendencia nacional que, como Pérez o Concepción, son objeto de amedrentamiento y acoso y de promover una relación constructiva y de acercamiento institucional con la población. 

Necesitamos desarrollar una justicia fuerte y respaldada socialmente, como forma concreta de enfrentar formas de injerencia desde lo político, económico, o de corrupción. Nuestras autoridades nacionales debe comprender que sólo se puede querer y valorar (en positivo) lo que se conoce, resulta accesible y respecto al cual hay algún sentido individual o social de pertenencia. Las instituciones judiciales, a nivel de nuestro Estado, deberían iniciar esa tarea y trabajar en esa orientación; considerando que éste es un excelente momento. Lograr sensibilidad social a favor de lo judicial y la lucha contra la corrupción, es una oportunidad imperdible. 

Siguiendo lo anterior, en segundo lugar debo destacar la complejidad del caso seguido a la señora Keiko Sofia Fujimori Iguchi, considerando el tipo penal (lavado de activos de US$1.2 millón provenientes de Odebrecht para su campaña presidencial de 2011) y la pluralidad de procesados (once). Asistimos a un proceso que apenas inicia y que, si bien es cierto ya cuenta con una decisión de detención preventiva de 36 meses contra Keiko, por su complejidad, para una decisión judicial final, necesitará tiempo. Esto es muy importante que la población comprenda, considerando que ya se escuchan voces de reproche por lo extendido de las últimas sesiones de audiencia. 

Debemos tener en cuenta, en ese sentido, que no sólo se trata de una investigación fiscal compleja, sino que en su mayoría los procesados no han logrado desvirtuar los cargos que se les imputa ni deslindar del conocimiento presunto de la caja negra de Odebrecht, que podría culminar (detención previa también para el resto de acusados) en una condena que los impute dentro del delito de Lavado de Activos. Para completar la justicia, todos los gobiernos y aparatos no estatales vinculados al huracán Odebrecht (Lavado de Activos y Cohecho) deben pasar por el mismo trance. En el caso del fujimorismo, las detalladas investigaciones del fiscal Pérez sindican a Keiko como cabecilla de una cúpula que tiene una presencia política y mediática y que cumple los estándares de organización criminal. Queda establecido además que este partido fue penetrado y convertido en instrumento de sus fines criminales, sin que eso indique que su partido y los demás partidos (donde militan miles de ciudadanos) sean, per se, organizaciones criminales. 

Asistimos a un momento crucial de la historia de nuestro Perú, en el que la población tiene nuevamente el sagrado deber de cerrar filas contra el accionar “fuji-montesinista” (conviene recordar el papel de Silva Checa en la cúpula actual y su cercanía a Montesinos). Esta organización política ahora, desde los espacios institucionales del Congreso, intenta controlar a algunas instituciones contraloras y fiscalizadoras para blindarse (casos, en lo judicial, del magistrado supremo Hinostroza y del fiscal de la nación Chávarry). Este llamado también aplica respecto a otros grupos de poder (político, económico, Etc.) con denuncias por vínculos con la corrupción.

Los peruanos podemos cambiar el rumbo de nuestra historia y éste es el momento. Si queremos sanar la salud moral, política, democrática y económica de nuestro país, no dejemos solos, frente a la banda criminal de los “fuji-montesinistas” y sus aliados los “alanistas”, al juez Concepción, al fiscal Pérez y otros de su perfil que surjan en casos futuros. 

El mundo tiene sus ojos y reflectores sobre nosotros. No permitamos que nos sigan viendo como una República sin alma, sin identidad y sin objetivos éticos de país. Los peruanos, somos los mejores y podemos vencer a la corrupción, sea cual sea el disfraz que use. 

Todo estará perdido si le das la espalda ahora a esta lucha.

Perú: prisionero de sus bajas pasiones

Publicado en:
El Clarín (Cajamarca Perú)
El Poder (Tarapoto Perú)

Los peruanos tenemos la fortuna de haber nacido en uno de los países más extraordinarios del mundo. Tenemos diversidad y culturas, como ninguno otro, que constituyen fortalezas para proyectarnos y tener un sitial propio y perdurable en la comunidad internacional. No obstante, estando próximos al bicentenario, no logramos superar la mayor herencia colonial y seguimos anclados en el pasado prisioneros de la improvisación, el clientelaje, la corrupción y dirigidos por una clase política sin visión y hoja de ruta del Perú que queremos y merecemos.

Salvo Mariátegui, Arguedas, Vallejo, Basadre y otros pensadores con vivencia y esencia andina, nuestra perspectiva de país siempre ha estado marcada por el alcance de las miradas del centralismo limeño e intereses de grupo ligados al mercado y la economía. Nuestro mundo empresarial, calculador y temeroso, ha cedido con facilidad su papel de actor relevante y liderazgo del curso de nuestra historia y, a cambio de ciertos beneficios, no ha dudado incluso en aliarse con dictaduras y el delito; en la lógica de mantener su status quo. Su relación con nuestro Perú ha sido y es utilitarista, porque poco o nada ha madurado en lo que va del siglo XXI.

La masa, el grueso de nuestra población, estratégicamente, ha sido excluida de los espacios formales de participación política y económica. Por eso el Perú sigue siendo Lima. En esa relación, las herramientas que nuestro Estado, desde que nacimos como República, ha usado para “mantenernos en raya”, han sido la educación, la religión, la política, los medios de comunicación y otros mecanismos sutiles de control.

Las huellas de aplicación de estos mecanismos de control son visibles en el tiempo y en algunos planos, como los de la educación, la religión y la política, dan cuenta de que en los últimos doscientos años nada hicimos bien.

Hemos sido “educados” para ser gobernados, considerando los contenidos de las mallas curriculares en cada uno de los niveles educativos de nuestro “sistema” y de la insignificante inversión pública en el Sector Educación. Esta conducta de Estado, en su relación con su elemento población, ha impactado en nuestra educación política, jurídica, cívica, religiosa y sobre principios y valores. Por eso, entre otras expresiones, asumimos como patriótico ir a “elegir” a nuestras autoridades cada 4 ó 5 años; desprovistos de información y elementos de valoración de los candidatos, del proceso mismo y su valor para la afirmación de nuestra democracia.

En este contexto, elegimos al que más miente y mejor habla, al que más invierte en campaña, al que compra votos con dinero “sucio”, al que mejor baila y al que esconde su falta de propuestas con circo y discursos egocentristas y mesiánicos. Este ha sido el origen de gobiernos improvisados y de ensayo y, en las últimas décadas, de cuadillismos y cleptocracias (gobierno de ladrones), que en nombre de la democracia no dudaron en desarrollar terrorismo de Estado, esto es asesinar, torturar, perseguir, encarcelar usando el sistema de justicia, secuestrar y amenazar. 

Que hayamos elegido como presidente en 1985 a Alan García Pérez, a sus 36 años, y que, pese a su desastroso gobierno, lo hayamos vuelto a elegir el 2005, da contenido a las afirmaciones de esta columna. Lo es aún más grave, que en la última elección parlamentaria, el mutante fujimontesinismo a través de su organización “Fuerza Popular”, haya logrado 71 de los 130 escaños en el Congreso; pese a la batalla que libramos, hace apenas unos años, para sacar del gobierno al dictador Alberto Fujimori Fujimori, su socio Vladimiro Montesinos Torres y sus respaldos logísticos y operativos en la cúpula corrupta de las Fuerzas Armadas, el empresariado corrupto y la prensa vendida. 

Hoy, quince años después, la señora “K”, brazo operativo (no pensante) del ex dictador y sus antiguos y nuevos socios, por medio de sus huestes en el Poder Legislativo, el primer Poder del Estado, nos tienen en el filo de la navaja. Negociaron la libertad del preso Alberto Fujimori, condenado por delitos de lesa humanidad, a cambio de impunidad con el ex presidente PPK acusado de corrupción. Desde que su sucesor Martín Vizcarra no se alineó con sus designios, corruptos y corruptores, intentan -cada día- boicotear su gestión con medidas legislativas y políticas. Abuso de poder en democracia, con similares formas de la década del 90 y los afectados más de 30 millones de peruanos.

No les importó en el pasado nuestro Perú y menos ahora. Su propósito es retomar el poder y repetir la historia de latrocinio, sangre y muerte. Por eso, sin reparo ni remordimiento, protegen desde el Congreso al fiscal de la nación Pedro Gonzalo Chávarry Vallejos y al suspendido y prófugo magistrado supremo César Hinostroza Pariachi y, a través de ellos, a cada integrante de la red de corrupción identificada por el IDL, en los últimos meses, en el sistema de justicia. Se protegen en sus actos delictivos pasados flagrantes y futuros protegiendo. Los lobos cambian de pelaje pero no de piel, queda claro.

Esta realidad debe llamarnos a la reflexión y encaminarnos a la acción en pro de recuperar y fortalecer nuestras instituciones democráticas (esta vez los poderes Legislativo y Judicial) del secuestro político en el que se encuentran. Creo que el Presidente Vizcarra hace esfuerzos importantes por contrarrestar los embates de los corruptos de nuestra política actual; pero necesita, de modo indeclinable y permanente, del respaldo popular. Yo lo apoyo y confío que cada día seamos más.

Vivir en democracia es un logro superior de un país. Trabajemos en ese horizonte, aniquilando -políticamente- a los interlocutores de la corrupción en la escena distrital, provincial, regional y nacional. Las calles esperan, pero también usemos los mecanismos legales e institucionales, no infestados por la corrupción, para desmontar las estructuras creadas por la mafia. Es éste el mejor momento.

jueves, 18 de octubre de 2018

¡Mientras haya corrupción no tendremos progreso en nuestros pueblos!

Publicado en:
El Clarín (Cajamarca Perú)

“Mientras exista corrupción y nuestras instituciones estén tomadas por mercaderes haciendo política, no tendremos progreso, no podremos hacer nada a favor del desarrollo de nuestros pueblos”, fue una máxima que usó un candidato muy querido y respetado, hace unos días, en su campaña municipal en mi Agua Blanca (San Miguel – Cajamarca - Perú); y pese a la claridad de su propuesta y perspectivas futuras para mejorar la educación, salud, transporte, comunicaciones y otros servicios elementales, perdió la elección abrumadoramente y con él perdió más nuestro pueblo que no comprendió su mensaje.

Este dato de la realidad, que me tocó vivirlo muy de cerca, refleja lo que ocurre en buena parte de los distritos rurales de nuestro país. La corrupción ha ganado terreno, gracias a sus cada vez más abiertas, reiteradas, perfeccionadas e impunes prácticas prebéndales. La población lo ha aceptado por eso no lo cuestiona y ésta no necesita tener los mejores argumentos y tampoco discutirlos o defenderlos en espacios de debate, ni propuestas concretas; pero se proyecta y crece de modo incontenible como la mala hierba. Todo este proceso de afianzamiento de la corrupción es con dinero de los mismos pueblos, los sustraídos por las autoridades a través de prácticas corruptas, que el Gobierno Nacional transfiere, vía el Presupuesto General del Estado, a través del Ministerio de Economía y Finanzas. Transfiere pero no tiene capacidad de controlar en sus fines, y su uso queda librado a la decisión del Alcalde; porque el Consejo Municipal cumple un papel decorativo, tanto como los mecanismos de participación ciudadana. En la práctica tenemos en los distritos como alcaldes a reyezuelos que hacen y deshacen.

En el Perú ni un 10 por ciento del electorado rural apuesta por enfrentar y eliminar la corrupción, en contraposición a un 70 por ciento que respalda a quiénes representan el continuismo con impunidad y la experimentada, robusta y atrevida corrupción que, en muchos casos, está representada por testaferros políticos del “Fuji-Montesinismo”, del “Keikismo”, del “Alanismo” y uno que otro “ultra” los que -como sabemos- en más de una década sólo mejoraron sus propias economías. Esto es verificable y refleja cuán descompuesto está el tejido moral y ético de nuestra sociedad, el tipo de herencia que le estamos dejando a los que nos suceden y el perfil de quiénes en nombre de la política viven de ella y no dudan en sacrificar a sus propios pueblos valiéndose del engaño, pero también de la amenaza y el miedo.

Esta realidad no es que sea desconocida para los actores relevantes del centralismo limeño y regional. Estamos en el siglo XXI. Políticos, empresarios, medios de comunicación, autoridades de fiscalización y control, sistema de justicia anticorrupción, etc, conocen bien lo que ocurre pero la consienten y con su pasividad la facilitan. ¿Cómo entender, sino, que existan casi 700 procesos judiciales, sólo en la Región Cajamarca,  según el mismo Poder Judicial, contra autoridades y ex autoridades del gobierno regional y municipal, por corrupción al 2017?; de las 15 mil que habría en todo el país. Este dato, que llama la atención, se vuelve sombrío, genera impotencia y nos aproxima al estado de patear el tablero cuando intentamos identificar cuántos de estos procesados han recibido sentencia y, de ellos, cuántos con pena privativa de la libertad. Estos últimos datos son inaccesibles y si los hay no son públicos.

No tenemos entonces un sistema jurídico (leyes) ni institucional (Consejo Municipal, Consejo Regional, Ministerio Público, Poder Judicial, Contraloría, Procuraduría, Defensoría del Pueblo y otros) que estén dando batalla efectiva y soluciones integrales a la enfermedad social llamada corrupción. Desconozco qué están haciendo desde el sector Educación en la materia, que alcanza a la universidad pública y privada. Y contamos, salvo honrosas excepciones, con políticos inescrupulosos, sin formación y sin visión de sociedad y país querido; y algo terrible, son cada vez menos los jóvenes a los que les interesa participar en política.

¿Qué hacer frente a esta dolorosa realidad?, sigue siendo una pregunta de fondo. Creo que en cada persona está el cambio y la posibilidad cierta de derrota de la corrupción. Tenemos que hacerlo ya, no esperemos al Estado. También sostengo que no es un problema de leyes sino de hombres y mujeres. Somos nosotros mismos los que hemos llevado a estos extremos la corrupción, al cederle tanto espacio y capacidad de decisión sin control a nuestras autoridades; los elegimos y luego nos resulta indiferente lo que hagan. Esto debe cambiar, es la única vía para avanzar hacia el progreso de nuestros pueblos. 

Necesitamos fortalecer el sistema electoral


Publicado en:
El Clarín (Cajamarca Perú)

Lo que ocurre en Lima, en casi todos los ámbitos, sigue marcando la agenda nacional. Seguimos con un centralismo predominante -en el discurso y los hechos- y en consecuencia con una visión del país desde lo limeño; lo que distorsiona la formulación, desarrollo y evaluación de medidas a nivel de las distintas reparticiones del Estado; y su funcionamiento mismo. Los gobiernos regionales y municipales de las grandes urbes, no terminan de hacer valer sus cuotas de poder, frente al centralismo.

Un ejemplo patético de estas anomalías y distorsiones funcionales lo encontramos en las instituciones que conforman el sistema electoral.

Un Jurado Nacional de Elecciones – JNE que, pese a sus esfuerzos por modernizarse, administra justicia electoral con una mora injustificada, que termina afectando derechos civiles y políticos. Su función de fiscalización de la legalidad del proceso electoral, también exhibe más sombras que luces, debido a la retardación que, sobre todo los Jurados Electorales Especiales - JEE, tienen. No es posible, por ejemplo, que faltando menos de cinco días para el sufragio, el JEE de San Pablo (Cajamarca), esté resolviendo casos de exclusión de candidatos. Los canales de comunicación entre el JNE y los JEE son insuficientes y todo indica que en ocasiones obedecen a cuotas del poder de turno y otras formas de poder corrupto y corruptor.

Una Oficina Nacional de Procesos Electorales - ONPE - que centra sus acciones en las grandes ciudades y solo aparece en las provincias y los distritos del “interior” del país, horas antes del acto de sufragio. La organización del proceso electoral, es concebida fundamentalmente como la provisión del material electoral. Su función de dictar disposiciones para mantener el orden y la protección de las personas durante elecciones, resulta secundario y tardío; considerando que jamás realizan una labor de vigilancia y control de las campañas electorales, excepto en Lima y algunas capitales de región. En provincias y distritos las campañas electorales, así, terminan siendo un mercado en el que se compran y venden votos al mejor postor. Un ejemplo de estas malas prácticas, lo encontramos en nuestra Cajamarca, en la provincia de San Miguel y en extremo de flagrancia, en cada proceso electoral en mi distrito de Agua Blanca.

El Registro Nacional de Identificación y Estado Civil – RENIEC, por su parte, si bien es cierto prepara y actualiza el padrón electoral, en coordinación con la ONPE, entiendo cada 15 años, no realiza un trabajo científico de identificación de movimientos inusitados de electores de un lugar a otro. Por eso en gran parte de nuestros distritos del Perú profundo, seguimos con porcentajes altos de los llamados “votos golondrinos”; que es una forma a través de la cual se expresa y potencia la corrupción municipal.

En esta línea de reflexiones, en el marco de las últimas elecciones presidenciales (2016) de nuestro país, el secretario general de la Organización de Estados Americanos - OEA, expresó que "el sistema de inhabilitación que aplica el JNE no ofrece garantías necesarias" a los candidatos; considerando la arbitraria y direccionada exclusión de algunos. Recordemos que el JNE excluyó a Julio Guzmán y mantuvo a la señora “K” y otros con antecedentes vinculados a la corrupción; como quedó demostrado luego con PPK. En ese sentido, esta valoración de Almagro, nos hace ver que necesitamos fortalecer el sistema electoral y no porque él lo indique, sino porque es una necesidad para afirmar y consolidar nuestra insuficiente democracia.

Evitar que tengamos a elementos como Kenji Fujimori (Lima), Reber Joaquín Ramírez Gamarra y Cecilia Isabel Chacón De Vettori (Cajamarca), Esther Saavedra Vela (San Martín), Martha Chávez y Mauricio Mulder (Lima), Javier Velásquez Quesquén (Lambayeque) y otros, implica mejorar nuestra educación política y jurídica; pero sobre todo tener un sistema electoral que sea independiente del poder político y económico, no corrupto, que informe más, que desarrolle actividades permanentes y persistentes de cultura electoral democrática y, en suma, facilite y contribuya para que la población realice una elección de calidad de sus gobernantes a nivel nacional, regional y municipal.

Los resultados obtenidos en la elección del domingo último, en general, es una buena señal, pero no debemos cantar vitoria. Hay distritos, cientos en el Perú profundo, que ahora tendrán autoridades que compraron la elección a través de la compra de votos y otras tantas que generarán perdón sin castigo a la gestión saliente (mi Agua Blanca por ejemplo). Este es un círculo vicioso que el sistema electoral deberá corregir, si su apuesta es por la construcción de institucionalidad democrática y la lucha frontal contra la corrupción.

Si la corrupción y el continuismo gana el pueblo pierde

Publicado en:
El Clarín (Cajamarca Perú)


Estamos a menos de 72 horas del sufragio, el acto más importante de todo proceso electoral, y vuelve a caracterizar a la contienda electoral regional y municipal de nuestro Perú profundo, entre otras formas, la “compra de votos”, los “votos golondrinos” y el financiamiento del actual alcalde o gobernador a un candidato que le asegure impunidad en los siguientes años.

Nada ha mejorado, respecto a los procesos anteriores, y más bien se han afianzado estas malas prácticas que facilitan la corrupción, especialmente, en gran parte de los municipios distritales y provinciales; debido al incumplimiento de las funciones de nuestras instituciones contraloras y la tolerancia de la población.

El Consejo Municipal no fiscaliza y más bien cumple un papel de complicidad y facilitador de la corrupción; pues por lo general protege a las autoridades salientes. La Contraloría, a través de sus Procuradurías Especializadas en Delitos de Corrupción, es receptiva, jamás es proactiva y nunca confronta con el estado de cosas. El Sistema Especializado en Delitos de Corrupción de Funcionarios, como lo hemos insinuado en otras columnas, por sus competencias es receptivo, pero no ha terminado de comprender que mientras avanzan dos pasos en “su lucha” la corrupción ha dado cinco.

El peor escenario lo encontramos a nivel de los electores, los que debido a su falta de información y en general cultura jurídica y política, siguen siendo presas fáciles de los mercaderes de la política; esos pequeños reyezuelos que con el dinero sustraído afirman cada vez más su predominio local. También ubicamos a personas que no dudan en traicionar a su pueblo y defienden a capa y espada al corrupto y corruptor, sin necesidad de beneficio alguno. Éste es un círculo perverso que cada vez gana más adeptos y multiplica sus formas de revictimizar a la población. Se alimenta de la estafa y tiene como principales herramientas a la mentira, la amenaza y el abuso de poder; que contra toda lógica se perpetra contra los más necesitados, los que están en situación de vulnerabilidad, aquellos que los eligieron. 

Esta es una realidad muy triste que está creciendo y divide a nuestros pueblos, por lo que debemos cambiarla. Lo intento, al trazar estas líneas, y lo hago con el compromiso de construir un mundo mejor para los que nos sucedan.

He pensado mucho en si lo correcto es arrinconar y despreciar a los corrompidos o es mejor descargar la frustración e impotencia, que genera el seguir viendo postrados en el atraso y el subdesarrollo a nuestros pueblos, contra los corruptos y corruptores. Me inclino por lo segundo, pero necesitamos un acompañamiento estratégico e integral de algunos sectores del Estado.

Enfrentarnos contra las víctimas de la corrupción resulta insensato y contribuiría a su revictimización. No es bueno sumar a la división y el enfrentamiento entre familias y hermanos de un mismo pueblo. Vivir así es justamente lo que necesitan los corruptos y corruptores, en sus estrategias, y no debemos “pisar el palito”. Debemos ayudar a que las víctimas escapen de estos círculos viciosos a través, por ejemplo, de la información y la educación en valores.

Este sombrío panorama, que refleja lo que viene ocurriendo, coloca en situación de pérdida a nuestros pueblos. Sin políticos decentes no habrá planes de desarrollo y tampoco posibilidades de salir de la pobreza; una que se justifica y agota en los beneficios, para unos cuantos entre ellos las autoridades y ex autoridades, y afectaciones que genera la corrupción.

Si la decisión de la población, en esta elección, es seguir viviendo en corrupción e impunidad es su decisión que no compartimos. Lo dejamos anotado, en la medida que necesitamos contrarrestar los lamentos, los lloros y el crujir de dientes, los siguientes años, de aquellos que ahora no desean comprender que no hay forma de corrupción que ayude al progreso de nuestros pueblos.

Los jóvenes: los enemigos de la corrupción

Publicado en:
El Clarín (Cajamarca Perú)


Hoy recibí un poema de Emelina Vásquez Ramírez (15), de la Institución Educativa 10639 de San Lorenzo de Bajo Cajamarca, sobre la lucha contra corrupción y decidí reflexionar sobre el papel que les asiste a los jóvenes en este proceso, inspirado en su justo deseo y exigencia a nuestra sociedad.

Hoy la corrupción es reconocida como tres de las primeras preocupaciones de las sociedades latinoamericanas y de otras latitudes del planeta. En Perú, como lo hemos expresado en columnas anteriores, en orden a lo que sigue ocurriendo, persiste el abuso de poder en el uso de los cargos y en la utilización de los fondos públicos para beneficio de servidores y miembros de los gobiernos locales regionales y nacionales; salvo honrosas excepciones. Un problema que se ha expandido y constituido en el más grave obstáculo para el desarrollo de los 1822 distritos existentes en el territorio nacional.

A más corrupción, menos calidad en los servicios públicos (educación, salud, vías de comunicación, etc) prestados desde los niveles funcionales del Estado. A mayor corrupción, mayor el declive y debilitamiento de nuestras instituciones democráticas (sistema de justicia, Policía Nacional, Contraloría, gobiernos municipales y regionales, etc), lo que impacta en la confianza de la población en la gestión y la eficiencia del sector público. A más corrupción menos posibilidad de ejercicio de ciudadanía y mayor rechazo a la política y la vida en democracia.

Según la Oficina Nacional de Procesos Electorales (ONPE), serán 524,298 jóvenes los que el 7 de octubre sumarán las filas como nuevos electores, de los cuales más de 15 mil fueron sorteados como miembros de mesa. Para el año 2017 según el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), existían 8 millones 441 mil jóvenes (de los 31 millones 237 mil 385 peruanos) de 15 a 29 años de edad, de los cuales 4 millones 275 mil eran hombres y 4 millones 165 mil mujeres.

En este contexto, resulta destacable la conducta cívica de Emelina, pero también la de Alder Gómez, Alberto Moncada, Carlos Quiroz, Manuel Alayo, Deyli Medali Rojas Hernández, Zenen Avellaneda, Edwin Leyva Arrivasplata, entre otros tantos jóvenes de mi Agua Blanca en San Miguel, porque cuestionan el mundo en que vivimos y muestran inconformidad con “el sistema” imperante. Todos ellos, no vacilan en expresar sus perspectivas y acciones de lucha contra la corrupción en sus ámbitos sociales. Son personas que encarnan el convencimiento de que es posible una democracia más limpia y transparente y que participar en política informada y constructivamente es un derecho pero al mismo tiempo un deber.
  
Se trata de jóvenes, como los que me ha tocado conocer en El Salvador, Guatemala, México, Chile, Ecuador, Bolivia y otros países de nuestra América, que no desean seguir siendo un dato estadístico, un voto y, en general, individuos sin ciudadanía efectiva. Son jóvenes que expresan su desprecio a la corrupción y están buscando desarrollar canales de participación ciudadana para lograr una rendición efectiva de cuentas, a la par del mejoramiento de la cultura jurídica y democrática.

En este orden de situaciones, insto a nuestros jóvenes para que afiancen su misión, con la pasión que los caracteriza, de forjar la buena política; una sin corrupción. Necesitamos jóvenes con espíritu político genuino que trascienda al poder momentáneo y que exprese su profundo amor a una causa de justicia, incluso, con el ejemplo glorioso del sacrificio.

Luis Alberto Sánchez nos transmitió la sustancia de la política. El éxito no es alcanzar los pináculos deseables o el poder, es servir, “servir en cualquier capacidad. Realmente gozo sirviendo, me molesta mucho cuando no puedo servir. No me ha interesado mucho el sobresalir. … lo que me interesa es seguir sirviendo y seguir haciendo cosas”. Saúl Cóndor Medina vivió para servir a su San Gregorio y Agua Blanca en San Miguel Cajamarca.

No hay futuro para nuestros pueblos sin ustedes queridos jóvenes, por eso dejo anotado -en modo preguntas- algunos desafíos: ¿Qué papel les toca para adecentar y centrar el debate político? ¿Qué papel tienen los partidos políticos para formar nuevas generaciones? ¿Qué puede aportar una ley de partidos para que ustedes sean visibilizados?. Añado algunas arengas: No pierdan el gesto de la pregunta. No sucedan a sus generaciones sin fecundar. Tengan nuevos líderes con visión apostólica y nunca caigan en la condición de mercaderes haciendo política. Sean potentes, estremecedores y arrastren y subviertan a las masas contra la corrupción.

Los años venideros deben ser un tiempo para ustedes y solo así afrontaremos el bicentenario con la génesis de la esperanza. Creo que hay jóvenes preparados para una política en serio. Los reto a avanzar en ese cometido.

La binacional Perú-Bolivia

Publicado en:
Correo del Sur (Sucre Bolivia)
La Mula (Lima Perú)
El Clarín (Cajamarca Perú)

Hace unos días, el pleno del Congreso peruano aprobó por unanimidad autorizar al presidente Martín Vizcarra su viaje a Cobija-Pando, el próximo 3 de septiembre, a fin de participar en el “Encuentro Presidencial Bolivia–Perú y IV Gabinete Ministerial Binacional” que constituye el mecanismo de diálogo político, entre ambos países, al más alto nivel.
Por información en Internet de ambas cancillerías, se conoce que los temas de la agenda nuevamente centrarán su atención en lo económico. El proyecto del corredor ferroviario bioceánico de integración (CFBI), que plantea unir los puertos de Ilo (Perú) y Santos (Brasil) a través de Bolivia, con ramales hacia Paraguay y Uruguay; el aprovechamiento de las facilidades en el Puerto de Ilo; la integración energética y de telecomunicaciones sobre fibra óptica; los recursos hídricos transfronterizos, entre otros.
No obstante, habría interés de ambos gobiernos, en profundizar el diálogo en las áreas política, económica, comercial, cultural y de cooperación; y algo muy importante para la población, trabajar en temas específicos de interés para ambos países y definir políticas que faciliten su desarrollo, implementación y vigencia.
En ese marco, la situación de los derechos humanos de los bolivianos en Perú y de los peruanos en Bolivia, puede ser un tema a pensar como prioritario; considerando que en los últimos años se ha puesto en evidencia en Bolivia casos concretos de vulneración de derechos, a los cuales los mecanismos institucionales existentes –en ambos países– no han ofrecido soluciones efectivas, oportunas ni eficaces.
En esa perspectiva, la binacional debería también servir para generar un mecanismo institucional, integrado por connacionales de las respectivas comunidades migrantes que haga seguimiento a casos concretos en los que haya vulneración de derechos e informe a las respectivas cancillerías y otros poderes públicos, con el fin de adoptar medidas correctivas (políticas) a nivel de Estado. Este ámbito institucional, serviría de plataforma para un diálogo colaborativo entre nuestros respectivos Estados y los migrantes designados por sus propios connacionales. No sustituirían las funciones de las respectivas representaciones diplomáticas (embajadas y consulados), sino que las ayudarían, de modo pragmático, a una efectiva protección de nuestros derechos.
La situación de vulnerabilidad –en general– de los migrantes, en términos de responsabilidad de los Estados, los obliga a estos a generar políticas y mecanismos cada vez más centrados, en este caso, en el vínculo entre derechos humanos y migración, los cuales deben ser perfeccionados con el empoderamiento a los migrantes en la vía de los derechos establecidos y amparados por la comunidad internacional.
Es pertinente recordar que los derechos humanos son derechos inherentes a todos los seres humanos, sin distinción alguna de nacionalidad, lugar de residencia, sexo, origen nacional o étnico, color, religión, lengua, o cualquier otra condición. No se nos puede restringir, violar, transgredir ni afectar de ninguna manera, pues estamos amparados por el Derecho Internacional. Estos compromisos no se están cumpliendo y para comprender la gravedad de la situación basta detenerse un momento en lo que registra la prensa, considerando que los informes de los mecanismos que tiene la OEA y la ONU, ámbitos muy lejanos de lo social, no siempre exhiben esta lacerante realidad.
Llamamos, en ese sentido, la atención a nuestros gobernantes y sus gabinetes ministeriales, sobre la necesidad de mirar más lo humano. Centrarse en lo crematístico e ignorar los sufrimientos de los más vulnerables; desde nuestra perspectiva, es una forma flagrante de revictimizarlos, esta vez producto de la omisión de sus mismos Estados.