viernes, 9 de noviembre de 2018

Algunas reflexiones que nos va generando el caso Keiko Fujimori

Publicado en:
El Clarín (Cajamarca Perú)

Todos los días, pese a vivir fuera de Perú, sigo los acontecimientos que marcan nuestra agenda nacional. Siento que es un deber estar informado y un compromiso expresarme, en la lógica de generar -entre los que me leen- corriente de opinión a favor de la construcción y afianzamiento de valores y principios que ayuden a fortalecer nuestra incipiente democracia y débil estado de Derecho.

Primeramente recordar que el destacado papel que están desarrollando operadores y administradores de nuestro sistema de justicia, como el juez Richard Concepción y el fiscal José Domingo Pérez y sus respectivos equipos, es una regla y no una excepción en una democracia. Según nuestra Constitución Política y leyes que plasman su desarrollo, todos los jueces y fiscales, tienen el deber de cumplir función bajo los parámetros y principios que hacen a la idoneidad, independencia, celeridad y con compromiso con los derechos humanos y respeto al estado de Derecho. Conozco decenas de jueces y fiscales, en casi la mitad de cortes superiores del país, que así lo hacen. 

Nos extraña el papel de Concepción, Pérez y de algunos abogados que defienden la corrupción, porque aun vivimos en un país de prejuicios y discriminación, de desinformación, escasa lectura y porque nos gusta ser caja de resonancia de los discursos predominantes y de moda política. Cómo lo expresé en mi anterior opinión, “los peruanos somos prisioneros de nuestras propias pasiones” y aun no comprendemos que para dar un salto cualitativo como país, necesitamos madurar como individuos y en conjunto como sociedad; despojándonos de muchos lastres y taras culturales.

En esa línea de valoración, de lo que nos falta aprender y hacer para mejorar, queda en evidencia de que, en general, desconocemos cómo funciona un circuito judicial en materia penal (hablo de la necesidad de contar con cultura básica en materia judicial). También de que es imperativo promover e institucionalizar una cultura del reconocimiento desde el Estado y desde lo social, a aquel servicio que sí se brinda bien (para esos buenos jueces y fiscales que tenemos a lo largo y ancho del territorio “que se las juegan” para que tengamos un mejor futuro - separando la paja del trigo). Subyacen también mensajes para las jerarquías y formas o niveles de organización del Poder Judicial, del Ministerio Público y de aquellas instituciones que hacen al sistema de justicia, de despojarse de todo vestigio de corrupción (rompiendo el pacto infame de hablar a media voz), de respaldar institucionalmente a los jueces y fiscales honestos que tienen casos emblemáticos y de trascendencia nacional que, como Pérez o Concepción, son objeto de amedrentamiento y acoso y de promover una relación constructiva y de acercamiento institucional con la población. 

Necesitamos desarrollar una justicia fuerte y respaldada socialmente, como forma concreta de enfrentar formas de injerencia desde lo político, económico, o de corrupción. Nuestras autoridades nacionales debe comprender que sólo se puede querer y valorar (en positivo) lo que se conoce, resulta accesible y respecto al cual hay algún sentido individual o social de pertenencia. Las instituciones judiciales, a nivel de nuestro Estado, deberían iniciar esa tarea y trabajar en esa orientación; considerando que éste es un excelente momento. Lograr sensibilidad social a favor de lo judicial y la lucha contra la corrupción, es una oportunidad imperdible. 

Siguiendo lo anterior, en segundo lugar debo destacar la complejidad del caso seguido a la señora Keiko Sofia Fujimori Iguchi, considerando el tipo penal (lavado de activos de US$1.2 millón provenientes de Odebrecht para su campaña presidencial de 2011) y la pluralidad de procesados (once). Asistimos a un proceso que apenas inicia y que, si bien es cierto ya cuenta con una decisión de detención preventiva de 36 meses contra Keiko, por su complejidad, para una decisión judicial final, necesitará tiempo. Esto es muy importante que la población comprenda, considerando que ya se escuchan voces de reproche por lo extendido de las últimas sesiones de audiencia. 

Debemos tener en cuenta, en ese sentido, que no sólo se trata de una investigación fiscal compleja, sino que en su mayoría los procesados no han logrado desvirtuar los cargos que se les imputa ni deslindar del conocimiento presunto de la caja negra de Odebrecht, que podría culminar (detención previa también para el resto de acusados) en una condena que los impute dentro del delito de Lavado de Activos. Para completar la justicia, todos los gobiernos y aparatos no estatales vinculados al huracán Odebrecht (Lavado de Activos y Cohecho) deben pasar por el mismo trance. En el caso del fujimorismo, las detalladas investigaciones del fiscal Pérez sindican a Keiko como cabecilla de una cúpula que tiene una presencia política y mediática y que cumple los estándares de organización criminal. Queda establecido además que este partido fue penetrado y convertido en instrumento de sus fines criminales, sin que eso indique que su partido y los demás partidos (donde militan miles de ciudadanos) sean, per se, organizaciones criminales. 

Asistimos a un momento crucial de la historia de nuestro Perú, en el que la población tiene nuevamente el sagrado deber de cerrar filas contra el accionar “fuji-montesinista” (conviene recordar el papel de Silva Checa en la cúpula actual y su cercanía a Montesinos). Esta organización política ahora, desde los espacios institucionales del Congreso, intenta controlar a algunas instituciones contraloras y fiscalizadoras para blindarse (casos, en lo judicial, del magistrado supremo Hinostroza y del fiscal de la nación Chávarry). Este llamado también aplica respecto a otros grupos de poder (político, económico, Etc.) con denuncias por vínculos con la corrupción.

Los peruanos podemos cambiar el rumbo de nuestra historia y éste es el momento. Si queremos sanar la salud moral, política, democrática y económica de nuestro país, no dejemos solos, frente a la banda criminal de los “fuji-montesinistas” y sus aliados los “alanistas”, al juez Concepción, al fiscal Pérez y otros de su perfil que surjan en casos futuros. 

El mundo tiene sus ojos y reflectores sobre nosotros. No permitamos que nos sigan viendo como una República sin alma, sin identidad y sin objetivos éticos de país. Los peruanos, somos los mejores y podemos vencer a la corrupción, sea cual sea el disfraz que use. 

Todo estará perdido si le das la espalda ahora a esta lucha.

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