jueves, 26 de marzo de 2020

Trabajo articulado

Publicado en:
El Clarín (Cajamarca Perú)

Es, entre otros, objetivo consustancial de todo Estado, la búsqueda de la convivencia a partir del respeto y garantía de los derechos humanos; a través de la prestación de servicios eficaces y eficientes como los que hacen a la salud.

En esa perspectiva, nuestras autoridades están instituidas para servir a la población y proteger a todas las personas residentes en sus -respectivos- territorios (dependiendo de sus niveles de gobierno), en su vida, honra, bienes, creencias, y demás derechos como la salud y libertades, y para asegurar el cumplimiento de los deberes sociales del Estado y de los particulares.

Las instituciones del Estado, que también son nuestras porque como población hacemos Estado y se deben a nosotros, deben tener su ruta trazada y todas hacia una misma dirección; cuando de prestación de servicios se trata. Lo lógico es que, más allá de la caracterización de su mandato legal, se complementen en sus distintos niveles de organización. Lo absurdo es su inacción, que se entorpezcan u obstaculicen; como ocurre en algunos países en nombre de las autonomías, la libertad de expresión e incluso derechos políticos.

Una autoridad siempre sumará si se informa y disemina -oportunamente- con criterios de razonabilidad y pedagogía social datos sistematizados de la realidad y su labor. Si es coherentes y previsor, que es lo óptimo, afirma su función y legitima a la institución que representa.

Resta que cada uno de los niveles de Gobierno en nuestros países, como hasta ahora está ocurriendo, atienda necesidades a su manera y -donde lo hay -con su propio “plan”. Un Estado con autoridades y servidores eficientes eficaces y con mente abierta, si produce cambios en el transcurso de sus funciones o de autoridades, evita que los reemplazantes traigan un nuevo plan, no deja de lado lo que ya está hecho por el saliente; sigue una hoja de ruta temática e institucional, afirma y busca que sus acciones sumen y hagan política de Estado.

En este marco, siguiendo lo que nos ocurre -como humanidad- con el Coronavirus, es agravante inmoral e inaceptable que los políticos y sus operadores -principalmente mediáticos- inmiscuyan sus intereses partidarios con el fin de afectar una gestión que, dadas las excepcionales circunstancias, representa una única lucha; cuyo desenlace aún es incierto.

Por eso, para una autoridad, siempre suma informarse e informar -oportunamente- con criterios de razonabilidad y pedagogía social. Evitar las improvisaciones, porque afectan intereses que hacen a la existencia de sus pueblos como tal, debe ser regla.

En todo orden de intervención de un Estado, si existen objetivos -conocidos- a alcanzar, ayuda a la posibilidad de controlar la marcha de sus gobiernos de turno (alcaldes, gobernadores, presidentes y otras autoridades); en el sentido de apoyar sus aciertos y demandar a tiempo la corrección de sus errores.

Para no seguir lamentándonos, como veo ocurre hoy en mi Cajamarca y otros pueblos del mundo, los distintos niveles de Estado deben trabajar de modo articulado. Abordar la complejidad de los desafíos de este tiempo, desde este enfoque, también es una necesidad fundamental que sólo exige voluntad y desprendimiento de nuestras autoridades y el ejercicio de una ciudadanía responsable.

Si queremos revertir la imagen de que en nuestros países tenemos sistemas políticos fallidos y cerrar el paso a aventuras personales de caudillos y mesiánicos, nuestros Estados deben trabajar de modo articulado en sus distintos niveles de gobierno. Si es afirmado con marcos permanentes y persistentes de participación social, y en una relación de corresponsabilidad y coordinación colaborativa, podemos mejorar realidades.