jueves, 29 de abril de 2021

¿Hasta cuándo los grupos de poder primero?

Publicado en:
El Clarín (Cajamarca Perú)
Panorama Trujillano (Trujillo Perú)

Que el presidente Francisco Sagasti prefiera rechazar la ley contra la usura bancaria, buscando el blindaje del Tribunal Constitucional es solo una muestra de cuán distante es este gobierno de los pobres y las sufridas clases medias, porque hay varias clases medias, así en plural. Una es la que tiene un respaldo económico permanente y otra es la que sobrevive apenas en un país afectado por una pandemia y el desempleo.

Si añadimos la falta de sensibilidad frente a los aportantes de las AFP que urgen ya de las 4 UITs que una ley les prometía y que el gobierno se negó a firmar, sabemos que el republicanismo de Palacio es un cliché y que a pocos políticos les importa realmente el sufrimiento de millones de peruanos.

Una mujer muere por qué no logra pagar un balón de oxígeno, un hombre hipoteca y pierde su casa por salvar a su padre de la muerte en este clima de indolencia y tragedia, vasta escena cuando teniendo un ahorro forzado en su cuenta de AFP no pueden disponer de él para sobrevivir. No es dinero estatal, es del aportante que por años sacrificó un alto porcentaje de su sueldo en ahorro y comisiones para tener una pensión. En los contratos existe un principio, rebus sic stantibus, cuando cambia radicalmente el contexto, cambian las condiciones del pacto. Este es el caso. La pandemia cambia las condiciones de la vida social. Lamentablemente sirve añadir que el sistema pensionario privado fracasó y lo que cada uno hallará al final es un ingreso que no cubrirá el mínimo de necesidades, quizás la luz y el agua mensual.

Es enorme la cantidad de peruanos y peruanas que no tienen empleo hoy y un alto número lo perdió en la pandemia. Las 4 UITs que el Congreso pretende liberar con oposición del Gobierno, se entiende en el contexto de una excepción, de una emergencia sanitaria grave, de una pandemia cuya segunda ola es impredecible en su impacto y que cierra las posibilidades de un empleo para millones de peruanos. Los mal llamados funcionarios, porque en realidad son servidores, con sus altos sueldos que hasta ahora nadie se atreve a cuestionar, son renuentes e impávidos frente a la opción de dar un alivio a la gente, tanto como a comprar plantas de Oxigeno o camas UCI, tan fáciles de adquirir en el mercado internacional.

Si el presidente Sagasti persiste en colocar bloqueos llevando el asunto al TC, pese a que ya hay antecedente favorable de entrega de adelantos a los aportantes, solo mostrará su voluntad de hacérsela difícil al pueblo y eso no es gobernar con la gente sino contra la gente.

Sin quitarle el aporte al que se sacrificó por años, mientras tenía empleo en un país de difícil recolocación laboral, devolviéndolo en lo progresivo para que cada familia lo invierta en una pequeña empresa de mediana rentabilidad, es importante reformular el sistema de pensiones desde el Estado y bajo el principio de solidaridad de los que más ingresos tienen y de unicidad. Estudiar la alternativa de una pensión mínima (estancada hace muchos años) será una tarea que atañe al gobierno que vendrá, lejos de toda componenda con los grupos de poder y sordos a una prensa mercantilista -no toda, por cierto- que solo sirve como caja de resonancia de la banca y las AFPs y sus interlocutores políticos en el Perú.

El resultado en las urnas del 11 de abril, nos guste o no, demanda nuevas formas de gobernar y el establecimiento de prioridades; en orden a las necesidades existentes. El pueblo ha tomado conciencia de ello. Resulta sensato para quién haga Gobierno, en ese sentido, aportar soluciones y no ser un obstáculo al que todo y nada asusta.

jueves, 22 de abril de 2021

El “mal menor”


Publicado en:
El Clarín (Cajamarca Perú)
Correo del Sur (Sucre Bolivia)

Elegir al menos peligroso o preparado, como está ocurriendo en algunos de nuestros países, bajo el criterio que se trata del “mal menor” es una de las expresiones de la decadencia y fracaso de la sociedad y el Estado de este tiempo.

Su utilización, en el marco de los procesos electorales de las últimas décadas, ya resulta trillado y refleja el nivel de declive que tiene la democracia. Un concepto que cada vez es menos tangible, por su mal uso y abuso.

Cómo sociedad no hemos sido capaces de generar una participación política basada en valores y principios éticos. En este momento la honestidad y la rectitud, no son precondiciones para participar exitosamente. Por eso la inestabilidad y su impacto en la gobernabilidad. La crisis es de tal dimensión que, siendo rigurosos y respetuosos del concepto, ni partidos políticos tenemos. La mayoría improvisa y, para atraer y ganar votos, son candidatos sólo los que pueden “invertir” en la campaña.

Desde el Estado, el esfuerzo ha sido mínimo; considerando los gobernantes que hemos tenido. Por eso nuestros sistemas electorales no cuentan con credibilidad social. La acción del Estado en la materia, que por mandato constitucional y legal debe ser de generación de condiciones suficientes para una participación política efectiva, sigue siendo pasiva y coyuntural. Sólo intervienen desde los previos de los procesos electorales. No preveen ni se proyectan y, entre otras tantas cosas que pueden hacer, no entablan alianzas para desarrollar cultura jurídica y política.

Tampoco hemos sido capaces de darle esencia y resultados a las perspectivas ideológicas. Las mismas atrocidades las están cometiendo, hoy en día, quienes hacen gobierno desde las denominadas “derecha”, “izquierda”, “centro”; para mencionar sólo los más fáciles de identificar. En varios pueblos de América Latina y El Caribe está ocurriendo, vivimos polarizados y en otros con camisa de fuerza y mordaza.

Latrocinios, corrupción, persecución política, desapariciones forzadas y seguidas de muerte, secuestros, detenciones arbitrarias y preventivas indefinidas, captura control y sometimiento de las instituciones que hacen al sistemas de justicia, compra de la línea periodística de medios de comunicación, inversiones inútiles y sin control en propaganda gubernamental, etc. resulta cada vez más frecuente -y con impunidad- en países con gobiernos elegidos en las urnas.

Algo incomprensible está ocurriendo. El Derecho las ciencias políticas y sociales tienen las “barbas en remojo”. La gente, pese a conocer estos antecedentes y sus ofertas populistas y conservadoras, los sigue eligiendo. No queda claro, en qué momento perdimos el horizonte y si podremos enmendar. No hay autocrítica, sobre todo de los que ya hicieron gobierno; sólo se aprecia angurria de poder por poder.

En esta perspectiva, valorando el momento que vive el Perú, resulta contradictorio que algunas personalidades, como el Nobel de Literatura, sucumban ante sus intereses y miedos y alienten el voto a favor del “mal menor”. En lugar de, aprovechando la sensibilidad y receptividad social por el momento político que vive el país, iniciar una cruzada a favor del renacimiento de una clase política sin corrupción, para decirlo de algún modo, inclina su favoritismo por una persona sobre quien pesa un pedido fiscal de 30 años de cárcel, por -según las investigaciones- encabezar una organización delictiva desde la política. Cómo entender que por ser anti-izquierda respalde una candidatura que es símbolo de corrupción gubernamental autoritarismo y de desprecio a las reglas de convivencia democrática. Sin duda su antípoda de César Abraham Vallejo Mendoza.

En ese sentido, no es coherente apostar por el “mal menor”. Hacerlo es irresponsable. No se puede seguir ocultando maquillando e ignorando realidades. Se tiene que ampliar la lectura de cada país, abandonando el centralismo y las taras culturales predominantes que marginan, excluyen y discriminan -a los más pobres- desde algunos sectores de las grandes urbes.

La apuesta debe ser siempre democrática, queda claro, si de salir del hoyo en el que estamos se trata. Quién participe -organizadamente- en política, además de capacidad de conexión y entendimiento de la realidad nacional, debe respetar a su electorado y ser ejemplo de virtudes.

jueves, 15 de abril de 2021

Recapitulando y con calma

Publicado en:
El Clarín (Cajamarca Perú) 

En mi columna de opinión de la semana pasada, “Cuidado con el triunvirato”, traté de advertir del plan que la “señora K”, De Soto y López Aliaga estaban ejecutando de cara a controlar el Congreso, colocando una representación mayoritaria; considerando que ninguno de ellos ganaría la elección presidencial en primera vuelta. También alerté el cuidado que debíamos tener con aquellas propuestas cuyos “líderes” no habían deslindado con las dictaduras, disfrazadas de democracias, existentes en América Latina.

En la correspondiente a la primera semana de abril, “Otra vez el burro al trigo” que por cierto sólo medios de “provincias” publican, adelanté que un sector importante del país volvería a votar por candidaturas que representan el continuismo y la estabilidad de la corrupción y la impunidad.

Tiempo atrás, y de modo reiterado dependiendo de la coyuntura del país, ataqué los perjuicios que genera, a peruanos y peruanas, un Estado captado por el crimen organizado. Sus resistencias a irse y la manipulación de nuestras instituciones -como el Poder Judicial, Ministerio Público y Tribunal Constitucional- para mantenerse en sus haciendas de poder político económico y religioso, también fueron recurrentes en su tratamiento.

Otras voces, muchas y desde todo frente, hicieron lo propio y -con sus matices- en el mismo sentido. No obstante, el conteo de votos nos dio un resultado que corresponde analizar con calma, horizonte de país, respeto al contrincante, desprendimiento ideológico y partidario, sin miedo ni triunfalismos y descartando posturas discriminatorias y de odio.

Sabemos quiénes siguen en contienda electoral, sus acciones pasadas y sus vínculos los preceden, y no hay necesidad de rasgarse las vestiduras. Votar por cualesquiera, da contenido a una de las dimensiones de la vida en democracia; aunque cueste comprenderlo.

Si quienes hacen al triunvirato legislativo (“Avanza País”, “Renovación Popular” y “Fuerza Popular”) insisten en la captura del Estado para fines extralegales, antes que a la oposición reprochándoles desde el Congreso sus ilegalidades, tendrán al pueblo en las calles hasta lograr su renuncia. El margen para la ejecución de sus planes, a diferencia de los 90, tendrá ese doble límite. Las multitudinarias protestas sociales -no partidarias y con resultados tangibles- en Chile, Ecuador, Colombia, Bolivia y otros países, en los últimos años, son espejo de lo que ocurrirá; considerando que asistimos a un tiempo de despertar de pueblos y de necesidad de materialización de más derechos.

Lo propio ocurrirá si el candidato Pedro Castillo decide apartarse de las reglas del “juego democrático” y, al imponer sus ofertas electorales, patea el tablero. Tanto él como su competidora, pese a ser Ella parte del triunvirato que le da una representación mayor en el Congreso, tendrán que tejer alianzas para gobernar. En este marco, hacer propios otros planes de gobierno y mejorarlos, por ejemplo, en agricultura, educación rural, salud y vacunación -realista- contra la COVID, será más fácil para Castillo.

Queda también abierta la opción, en orden a los alcances del artículo 184 de la Constitución Política, de generar condiciones para que el Jurado Nacional de Elecciones declare la nulidad del proceso electoral, si es que los votos nulos o en blanco, sumados o separadamente, hacen más de dos tercios del número de los emitidos. Queda para el análisis de los pros y contras.

Sea cual fuere el escenario que tengamos luego del 6 de junio, desde el pasado 11 de abril, los competidores deben entender que no hay más aguante para peleas de callejón o los protagonizados en los programas de Laura Bozo. El “Perú profundo” se he expresado en las urnas claramente: “¡Ya basta de ignorar nuestras demandas!” “¡Ya basta de ser invisibilizados y ninguneados!” “¡Ya basta de postergar nuestras necesidades!” “¡Ya basta de que otros decidan y lo hagan sin escucharnos y contra nosotros!”. Han transcurrido 200 años y no es posible que sigamos en las mismas disputas de inicios de nuestra fallida República son, entre otras, las conclusiones que justifican parte del resultado del proceso electoral.

En este contexto, la mayor responsabilidad de lo que ocurra a futuro con el país la tiene el “último bastión”, que es Lima. Es tiempo que aprendan y decidan con responsabilidad y dejen de discriminar y darle la espalda a las otras provincias del país." 

jueves, 8 de abril de 2021

¡Cuidado con el triunvirato!

Publicado en:
Expresión (Chiclayo Perú)
El Clarín (Cajamarca Perú) 

La “señora K” y sus financistas han comprendido que no ganarán la siguiente elección presidencial, pero sí la congresal, y están aplicando una estrategia –envolvente y finamente armada- para mantener sus cuotas de poder en el escenario económico, político y religioso del país.

Están apostando por un triunvirato y les está resultando favorable. Con tres frentes en el Congreso, aparentemente distintos, podrán seguir defendiendo sus intereses y para lograrlo no dudarán en obstruir y chantajear a quién presida el Ejecutivo. Ya lo han hecho recientemente, desde el Congreso disuelto constitucionalmente.

Han decidido captar el voto de la población dispersándolo, a través de candidaturas alternas y para ello destinan millonarios financiamientos. Usan caretas que, pese a los antecedentes de quienes se esconden tras ellas, aun cautivan -siempre- con el objetivo mantener inalterable el estado de cosas (statu quo).

De Soto, López Aliaga y la “señora K”, en este esquema de “participación política”, son músicos de una misma banda y entonan sus encantadoras melodías leyendo un mismo pentagrama.

Los tres tienen una misma agenda. Un “Plan de Gobierno” con similar horizonte, no exhiben discrepancias entre ellos, tienen a su servicio las mismas encuestadoras y programas televisivos, tampoco se esfuerzan en modular sus ataques a quiénes se oponen a sus designios, etc. Los registros que hay de los denominados debates presidenciales, también muestran un único cordón umbilical.

Su visión del Perú, es instrumentalizar y controlar lo que puedan para su beneficio. Sus mañas, aquellas con las que operaron en la década del 90 y las décadas siguientes, no las han perdido; las han refinado. Quién, de los tres, resulte elegido es secundario. Por eso no les complica tener el papel de fusibles de una misma apuesta, usando el sistema electoral y político en crisis y abusando de ofertas populistas, que como sabemos aún tienen amplia acogida social, marcadas por la mentira el autoritarismo y las culturas del odio y la depredación.

Sólo les interesa tener una representación mayoritaria en el próximo Congreso, que estimo sería la “primera fuerza” al estar integrada por más del 20% de los congresistas. Por ahora se satisfacen, en controlar el Congreso.

Fortalecer el Estado y hacerlo eficiente y eficaz, en la prestación de servicios, no les interesa; como tampoco a la mayoría de las ofertas electorales existentes en cartelera. Su horizonte es poner los servicios públicos en manos privadas, bajo reglas entreguistas; sin importarles que las brechas sociales se profundicen y la reconciliación entre peruanos y peruanas sea inalcanzable. Por eso desarrollar iniciativas con objetivos sociales, les resulta asunto de “rojos” o “terrucos”. No han evolucionado y tampoco comprendido que el Perú es diverso y multicultural.

Resulta imperativo, frente a esta amenaza latente, promover un voto que no sume a esta componenda y tampoco a aquellas propuestas que no han deslindado con las dictaduras disfrazadas de democracia, existentes en América Latina. Merecemos iniciar un tercer siglo de República con esperanzas, no con miedo y resignación y tampoco con cruces inservibles y prospectos de tiranías.

Una composición congresal mayoritaria, integrada por “Avanza País” “Renovación Popular” y “Fuerza Popular”, repetirá una y otra vez las crisis de gobernabilidad que hemos vivido los últimos tres años. La vacancia presidencial, será una constante espada de Damocles, en el cuello del próximo Presidente y su Gabinete. Se trata de personas que culturalmente no dialogan, sólo imponen, porque aún hay quienes respaldan estas prácticas coloniales y abusivas.

Advertidos estamos. Si queremos dejar de quejarnos y lamentarnos, los siguientes años, elijamos informada y libremente. Demostremos nuestro amor por el Perú, no eligiendo -por más elocuentes y simpáticos que nos parezcan- a quiénes sólo se acercan al Estado para asaltarlo. En la actual oferta electoral, algo bueno debe existir."

jueves, 1 de abril de 2021

Estado y Gobierno

Publicado en:
Correo del Sur (Sucre Bolivia)
El Clarín (Cajamarca Perú)
Panorama Trujillano (Trujillo Perú)

Todo Estado se fortalece o debilita en función al tipo de Gobierno que tenga.

Un Estado, entendido –desde uno de sus ángulos– como el conjunto de instituciones que tienen la finalidad de administrar los asuntos públicos, cumple sus fines de regular la vida de una población, en el marco de su territorio nacional, soberana e independientemente, si es que quienes hacen su gobierno respetan el ordenamiento político adoptado y el suscrito con la “comunidad internacional”.

Son, entre otros aspectos, las reglas de juego con las que se eligen y/o designan sus gobernantes (Gobierno) y la forma de ejercer ese poder conferido, considerando que existen muchos Estados con estructuras semejantes, lo que define el perfil de un país; su ubicación ante los ojos del mundo y de la también denominada “sociedad internacional”.

Todo Estado, por más pequeño que sea su territorio población o PBI, debe aspirar a tener un gobierno democrático –que no solo es elección periódica de autoridades– y ser respetado y admirado por su conducción por sus pares en el mundo. Una máxima y a la vez objetivo ignorados y manoseados por unos cuantos, escudados en el paraguas de la soberanía.

Es determinante que un Estado, en su organización político territorial –por ejemplo andino– de distrito, provincia, región o departamento, sea gobernado por personas con valores éticos y actitudes personales de rectitud y capacidades para generar logros de gestión que beneficien a cada vez más personas.

En ese sentido, considerando que quien hace Gobierno es un gestor y administrador del Estado, corresponde –ejerciendo entre otros derechos los civiles y políticos– promover ajustes a las reglas existentes de participación política, para elegir gobernantes honestos. Aquellos que son transparentes en el uso de los recursos y objetivos y no engañosos en su discurso. Los que tienen misión social o espíritu de servicio y cultura del trabajo. El compromiso con su comunidad y el cumplimiento de la palabra empeñada, sin miedo a ensuciarse las manos, además de ser un visionario, innovador y de mente abierta a los cambios nacionales regionales y mundiales, también deben ser foco de atención –antes de elegir– de la población. No ser centro de problemas y más bien ofrecer soluciones a las necesidades que emergen de los problemas estructurales existentes, ser proactivo y buen administrador y orientar sus capacidades a logros, es lo que debe orientar el sentido de un voto responsable.

Estas características, que son consustanciales a un Estado con Gobierno democrático, no están presentes –en este tiempo– en el perfil de muchos de nuestros gobernantes, porque no son aspectos de valoración en la mayoría de electores. Esta demanda es apenas de unos cuantos. En la mayoría de los países el voto sigue siendo gaseoso (respaldo al que mejor me cae sin conocerlo) y caudillista (elijo porque ofrece y convence de su capacidad de mejorar el país). También, en las últimas décadas y con éxito, es antisistema y pro corrupción e impunidad.

Son contados los pueblos que apuestan por la defensa y ampliación de sus derechos humanos, que no tienen miedo a participar y eligen a los mejores y tienen como horizonte su vida con instituciones independientes y creíbles; que han aprendido a vivir en democracia.

No es lo mismo, entonces, Estado y Gobierno. Por regla, un Gobierno es ave de paso por el Estado; aunque en algunos países –cuyos gobernantes se han apartado incluso de las reglas que ellos mismos promovieron– la apuesta es el continuismo a perpetuidad, incluso a “sangre y fuego”.

El Estado es de todos y todas, es necesario conocerlo y desarrollar un sentido de pertenencia para accederlo y usarlo mejor. Conviene evitar que cualquier Gobierno se sienta dueño del Estado y lo secuestre, ellos están para servir a la población y no para perseguirlos y abusarlos.