sábado, 12 de junio de 2021

Algunas constataciones que deja el proceso electoral peruano

Publicado en:
Panorama Trujillano (Trujillo Perú)
El Clarin (Cajamarca Perú)

Mejorar como sociedad, en su perspectiva política y democrática, impone retos cuando se trata de países como el Perú. Mirar con desprendimiento ideológico su realidad, valorando los hechos que siguen marcado su historia, es uno de la mayor importancia.

El proceso electoral del 2021, en ese sentido, muestra situaciones por valorar y transformar a favor de un país mejor. Anoto algunas.

Seguimos siendo un país plagado de clasismo y racismo. Para la supremacía económica y política ser “serrano”, “selvático” y no citadino de la costa, es sinónimo de ignorante, resentido, rojo, comunista, terrorista, ocioso, grosero, mendigo y barrera del desarrollo del país. La principal prensa capitalina, su caja de resonancia pagada, tiene enajenados a millones haciéndoles creer que deben defender ese estado de cosas; porque le conviene al país. Indican “ofrece estabilidad”, “libertades” y “democracia”, cuando en realidad es instrumentalización de las masas para afirmar la corrupción y otros crímenes con impunidad como formas de vida pública y privada.

El centralismo nos tiene raquíticos. Lima y el Callao, por la cantidad de población que tienen y por ser centro de decisión política y económica, siguen decidiendo por el país, sin importar la injusticia y las brechas de desigualdad y pobreza en las que vive el resto de peruanos y peruanas. No les importa incluir, escuchando las necesidades y problemas existentes, al momento de decidir medidas. El Ejecutivo, en la práctica, sigue controlando lo que se hace y aun no sintonizan qué son políticas públicas con enfoque de derechos, interculturalidad y género. La función congresal es insuficiente e improductiva, en ese objetivo de país. Por eso ambas ciudades, en una lógica parasitaria, viven del cáncer histórico colonial y republicano del centralismo, utilizando la extraordinaria despensa de los Andes la Amazonía y la pesca y agricultura costera. Tenemos un centralismo que desprecia la idea de un proyecto nacional común y a partir del mismo reconciliarnos. Su comportamiento en la segunda vuelta electoral lo prueba.

Somos pueblos esclavos del miedo y la mentira. Estamos en un momento en el que las diferencias de opinión política no están basadas en posicionamientos de principios y valores democráticos. La ética política ha sucumbido ante la sospecha y el embuste. A nuestras élites "gobernantes" les resulta rentable engañar y del susto que genere sus patrañas sacar ventaja electoral. Por eso rescatan el relato nacional de los años de terror y guerra interna por el terrorismo genocida en cada proceso electoral. Se les acabó el libreto, del “terruqueo” no pasan. Estas elecciones, reabriendo muchas heridas que no sanarán, nos lo han recordado.

Tenemos una “clase política” sin compromiso y visión de país. Participar en política para defender y sostener un estado de inequidades e injusticias resulta inmoral. Apuntalar un modelo con formas laborales de esclavitud encubierta y extractivista que deja "chorrear" gotas de bienestar a las mayorías mientras les disparan a los inconformes, es seguir anclados en los tiempos de la Colonia. Se resisten a saldar cuentas con la historia, por eso siguen dando la espalda a las víctimas y eludiendo responsabilidades frente a lo que nos ocurrió. No hay actor político que tenga conciencia de la agenda de la reconciliación, no contamos con políticos estadistas, sólo tenemos desprecio angurria y ansias de poder por poder para seguir mancillando a los más vulnerables y depredando al país. La herencia moral, espiritual, psicológica y cultural del gamonalismo y sus parientes del pasado vive y goza de estupenda salud en la mayoría de los actuales políticos. No han evolucionado en la misma dirección y tamaño de sus discursos libertarios y democráticos.

Importa, considerando que el momento político actual va pasando, mirar el periodo gubernamental que comienza este 28 de julio. Tenemos que avanzar, todas las sangres desde el bicentenario sin miedo y con perspectiva de proceso inclusivo, hacia un nuevo pacto constituyente de refundación nacional. La República que tenemos no es útil al pueblo, es endeble y tiene carcomida sus simientes por acción corrosiva de corruptos, egoístas e insensibles.


miércoles, 2 de junio de 2021

Costumbres antidemocráticas

Publicado en:
Correo del Sur (Sucre Bolivia)
El Clarin (Cajamarca Perú)

“Roba pero hace obra”, se trata del “mal menor”, entre otras, son concepciones sociales que estamos adquiriendo, pese a que no soportan análisis lógico alguno, en diversos países que tienen incipientes democracias. Se están afirmando, como forma pragmática de justificar la corrupción y la impunidad del mundo político.

Según un estudio de hace tres años del Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (Celag), con márgenes de error entre +/-0,9% y +/- 2,2% e intervalo de confianza del 95%, en Ecuador “Dos de cada tres encuestados (61,2%) creen que es más importante la capacidad de gestión a la hora de elegir a un político, antes que la honestidad (35,7%)”.

Para el Novel de Literatura Vargas Llosa, en la actual contienda electoral, Keiko Fujimori es “el mal menor” y “representa la posibilidad de continuar con el sistema democrático… instalado en el Perú y de que el país no se vaya a la catástrofe...” Un salto en garrocha a los principios y valores, considerando que toda perspectiva democrática es esencialmente ética, en el análisis y en la práctica política, si de promover y brindar servicios públicos con probidad se trata.

Preocupa y decepciona, en esa línea de coherencia que todo líder moral debe tener, posiciones que promueven un Estado postrado y al servicio del crimen.

La tolerancia a la corrupción sigue ganando terreno y es vista como normal cuando los tradicionalmente predominantes hacen gobierno. Desde la política está permitido delinquir, es el mensaje y con un empujón más de algún otro laureado se hará regla. Lo curioso es que cada vez más gente honesta e “ilustrada”, pese a conocer -por ejemplo- su pernicioso impacto en los derechos humanos lo permite al guardar silencio. Se resisten a “participar en política” pero sí están primeros para lamentarse y culpar a alguien de los males del país.

Desconcertantes e irresponsables resultan aquellos argumentos que, manipulando conceptos como libertad y democracia, abiertamente respaldan la corrupción. “El mal menor”, así le vuelven a llamar, conociendo al detalle la acusación fiscal que tiene su apadrinada, de treinta años y diez meses de prisión, por presuntos delitos de crimen organizado, lavado de activos, obstrucción a la justicia y falsa declaración en procedimiento administrativo.

En este contexto sumarse a la campaña del miedo, como herramienta política para solapar y mantener el latrocinio del Estado -y desde el- en alianza con el sector privado predominante, resulta inmoral. Mostrar como defensores de la libertad y la democracia a un perfil así, ante una población mayoritariamente desinformada y lejana de lo político, hace paria a cualquier ser humano.

Todo está perdido cuando lo peor sirve de ejemplo y lo bueno de burla y agravio, por pensar diferente. Ernesto Sábato sobre el punto dijo “Me pregunto en qué clase de sociedad vivimos, qué democracia tenemos donde los corruptos viven en la impunidad, y al hambre de los pueblos se la considera subversiva".

Es imperativo darnos cuenta que nuestros países no han alcanzado niveles de desarrollo, competitividad y bienestar para nuestra gente debido a la corrupción. Las pruebas están en la impunidad con la que operan y en el rostro de los nuevos “ricos” que surgen de la noche a la mañana. Las carencias de justicia, empleo, salud y, entre otros, desarrollo social del país, también los delatan.

Hay que levantar la conciencia social. Un país se construye a base de valores, la honestidad es uno fundador, para evitar que a los que elijamos nos sigan robando con total impunidad y al amparo de padrinazgos cada vez más deslucidos por insensibles e inhumanos.


jueves, 27 de mayo de 2021

La política del miedo

Publicado en:
El Clarín (Cajamarca Perú)
Causa Justa (Trujillo Perú)

El miedo, en su relación con la política, siempre será motivo de polémica. Dependiendo del cuándo, por medio de qué elementos y quiénes lo usan, será posible aceptarlo o rechazarlo.

Para quienes aspiran a vivir en libertad, el miedo, siempre será un estorbo. Su naturaleza, al estar destinado a dañar generando pánico y paranoia, es servir de instrumento para la manipulación y el control social.

El que vive con miedo siempre ve las cosas peor de lo que son. Bien lo decía Nicolás Maquiavelo en su obra El Príncipe "quien controla el miedo de la gente, se convierte en el amo de sus almas".

Está ocurriendo de nuevo, luego de 5 años en el marco del proceso electoral que enfrenta al continuismo corrupto y depredador y la esperanza. Ocurrió en los procesos electorales de los años 2011 y el 2016, con muertos -todos gente humilde- de por medio. Lo hizo el terrorismo, dieron cuenta los parcializados medios de prensa capitalinos y sus repetidoras en las regiones. También en esto se han vuelto predecibles, quienes viven y se nutren del miedo para subsistir políticamente, soberbios y sin apertura.

La campaña del “terruqueo”, en ese sentido, refleja el desprecio por aquel sector del país que apuesta por una genuina reconciliación y una senda común basada en la armonización de los intereses del mercado y los derechos humanos de la población. Existe cansancio de tanta espera y no lo quieren admitir.

Es de tal magnitud, esta vez la campaña, por lo secreta injusta y nociva para el país que es la organización que la promueve. El miedo y la zozobra que inducen, está en proporción a los privilegios que tienen en juego por perder. Saben que la cárcel -por buen tiempo- espera a muchos, valorando que no todo el sistema de justicia ha cedido a sus componendas.

El pueblo ha tomado conciencia de lo que ocurre y del tamaño y color de los hilos que mueven, aquellos que invierten cientos de millones para intimidarnos enfrentándonos, para evitar que se avance en la construcción de un país más justo. En ese sentido nos conviene afirmar compromisos, individuales y colectivos, para profundizar y sostener las demandas de democratización de nuestras instituciones y de accesibilidad al Estado en su conjunto. Lograrlo es vencer a la corrupción y la impunidad.

Esto implica desprendimientos de todo orden y de distintos actores relevantes de nuestra sociedad. Necesitamos recapacitar y repensar el momento en el que estamos, para lograr que algunas heridas cicatricen. Porque resulta inaceptable que, en el bicentenario patrio, sigamos mostrando -ante nuestros hijos y el mundo- una sociedad con moral colonial, esclavista y de siervos.

Si seguimos viviendo bajo el imperio del miedo, estamos aceptando que el dominio de unos sobre otros es normal y natural. Es darle alas, porque día a día se fortalecerá, hasta el punto de ser quien viva elija y decida por nosotros. Aún estamos a tiempo de revertir esta situación.

“A los verdugos se les reconoce siempre, tienen cara de miedo”, anotó con acierto Jean Paúl Sartre en su obra La náusea. Es ese mismo miedo el que los está llevando a cometer excesos y crímenes que, como los de la selva de Ayacucho el pasado 24 de mayo, tarde o temprano tendrá castigo.

Recuerda que el miedo es el más ignorante, injurioso y cruel de los consejeros. Su uso en política, expresa el verdadero rostro de quien lo promueve.


miércoles, 19 de mayo de 2021

Mirada ideológica

Publicado en:
Correo del Sur (Sucre Bolivia)
El Clarín (Cajamarca Perú)
Seminario Expresión (Chiclayo Perú)
Panorama Trujillano (Trujillo Perú)

Lo que está ocurriendo políticamente en varios de nuestros países me lleva a sostener que cuando se encasilla el análisis de la realidad social en determinada ideología, se pierde objetividad y horizonte. Hay distorsión y es inevitable.

Los procesos electorales, pasados, recientes y en desarrollo, muestran sociedades altamente polarizadas, pero al mismo tiempo paralizadas; porque han caído en un ciclo repetitivo del “más de lo mismo” y el “cada vez estamos peor”. Ese encasillamiento, que más parece tapaojos, está nublando la capacidad de razonamiento y, en algunos casos, anulándolo. Todos creen tener la razón y hay inamovilidad en sus posiciones.

El abuso y el desconocimiento marcan las relaciones. Atropellan los que saben que el botín en disputa es el poder por el poder, no para servir administrando mejor el Estado. Atentan por las formas de relacionarse con la gente. Dominan al instrumentalizar y usar a las personas, a las que ven como objetos -sin alma y dignidad- desechables. La ignorancia, que los abusadores identifican bien en la gente, es la principal herramienta para el embaucamiento y la traición.

En ese sentido de reflexión el Papa Francisco, en julio de 2015, expresó en Asunción (Paraguay) “no sirve una mirada ideológica que termina usando a los pobres al servicio de otros intereses políticos y personales. Las ideologías terminan mal, no sirven. Las ideologías tienen una relación o incompleta o enferma o mal con el pueblo. Las ideologías no asumen al pueblo. Por eso fíjense en el siglo pasado ¿en qué terminaron las ideologías? en dictaduras. Piensan por el pueblo, no dejan pensar al pueblo”.

Mensaje irrefutable; pese a ello, la irreflexión de los electores redondea el negocio de los políticos. Estamos en un proceso de ideologización que, entre otras cosas, busca ocultar la realidad y promueve la valoración desigual de las personas, muy convenientes para el mantenimiento de un contexto social injusto. No se concibe la ideología como valores, como los responsables de las acciones de las personas, instituciones y sociedades.

Por eso es entendible que estemos discutiendo cada día en las redes sociales, de manera exaltada, apasionada, indignada y enojada, como queriendo desahogar frustraciones. Un ejercicio democrático importante, inoportuno e insuficiente considerando que la mayoría lo hace sólo en periodo electoral, el resto de meses y años le dan la espalda al debate de los asuntos públicos.

Es la indiferencia la que está permitiendo que, durante décadas y siglos, aquellos políticos que están enseñando a observar la realidad con mirada ideológica ganen terreno y algunos para perpetuarse.

Lucrar en este contexto, con la pobreza y la ignorancia, en la mayoría de partidos políticos se ha hecho regla. Por eso, entre otros factores, el acceso a una educación de calidad es contraproducente considerando que, de brindarla, al hacer gobierno desde el Estado, ya no podrán seguir manipulando y condicionando apoyos a cambio de votos.

Se puede mirar la realidad de un país, cuando se trata de evaluar a cierto gobierno, desde diversos ángulos. Su institucionalidad, el respeto de los derechos humanos, la calidad de los servicios que presta, etc. Por eso, la mirada ideológica -hoy- es un arma de doble filo en contra de los pueblos.

La libertad, en esta línea de reflexión, está donde el pueblo piensa por sí mismo y no sus políticos por él. Aprender a pensar sin ataduras, las que impone toda cruz ideológica, es mejorar nuestra vida, es construir democracia.

jueves, 13 de mayo de 2021

Oportunidad perdida

Publicado en:
Correo del Sur (Sucre Bolivia)
El Clarín (Cajamarca Perú)
Causa Justa (Trujillo Perú)
Panorama Trujillano (Trujillo Perú)

Una oportunidad ida, como en el amor, es una oportunidad perdida. Aplica a todas las acciones humanas.

En esa lógica, la “clase política” peruana, con su comportamiento en el proceso electoral del bicentenario, está dejando pasar una irrepetible oportunidad para recomponerse limpiándose de la corrupción, acercarse al electorado en una relación de confianza y colocando como prioridad en sus propuestas, entre otros tantos temas, servicios básicos eficientes y de calidad para los más de 33 millones de peruanos y peruanas y no sus intereses de grupo.

En lugar de tener una contienda política basada en propuestas y planes que nos convienen, estamos sitiados por posturas racistas y de desconocimiento del país; que -una vez más- enfrenta a Lima al resto del Perú. Esta segunda vuelta electoral nos muestra lo lejano que estamos de la reconciliación nacional, debido al grave estado de salud ética y moral de la sociedad.

Seguimos como al inicio de la República, con políticos y actores clave anclados en el pasado con espíritu acomodaticio, violento, discriminador y egoísta; que nos tiene dando tumbos en el mismo sitio. Seguimos eligiendo lo que nos ofrece un sistema electoral que no promueve ni facilita progresos. Suman los patrones culturales predominantes, colonialistas y anti derechos, que se inclinan por aceptar como peruano a lo limeño o extranjero y lo que ellos prefieren. Salvo escasas excepciones, el resto del país los sigue; es fuerte la alienación cultural.

No escuchan, no desarrollan autocrítica, no se abren a un diálogo sincero sobre el país que merecemos y su visión se agota en lo inmediato; sus intereses. Toda posibilidad de reforma, que por ejemplo genere institucionalidad política o mejoras al “modelo económico”, es atacada hasta su archivamiento. No les importa los temas de fondo. En esa medida, tienen paralizado a un país que busca profundizar transformaciones ineludibles de cara a su futuro.

No les importa que el mundo nos esté mirando, por que no tienen identidad con lo peruano. Lo que nos ocurre, en lo político, pese a vendernos como incoherentes e irracionales, les resulta intrascendente. A la administración de nuestras enormes riquezas, no le ponen reglas favorables y tampoco sentido social; por eso no han servido para acortar desigualdades y reducir la pobreza. Los marcos normativos y otras regulaciones, hasta hoy, han sido restrictivos de derechos, nada incluyentes, y en esa medida seguimos lejos de contar con un mercado con empleo digno y rostro humano.

El pobre conocimiento y comprensión del país, por parte de la población, es usado en su contra. Se pide lo que nunca se ha dado, por ejemplo, “educación de calidad”. El que no habla o razona como limeño y sus íconos socioculturales (Melcochita, Laura Bozo, etc), es un “provinciano”, un no blanco, ignorante, pobre, retrasado e incapaz de asumir funciones de Estado, culturales o sociales de importancia. Los medios de comunicación capitalinos traicionando su fin, hacen comparsa de esto y subordinan su línea editorial a formas antidemocráticas y viles de hacer política.

Hilarante es ver como el conservadurismo de unos cuantos, que ha arrastrado a miles que no tienen nada que conservar haciéndolos creer que son ricos, usa a pobres en su defensa. Se resisten a todo cambio que los saque de su confort y aprovechamiento de su relación con el Estado. El Perú es de ellos y de nadie más.

La manipulación y embuste es de tal tamaño, y la “clase política” lo acepta, que muestran a la segunda vuelta como protagonizada por una demócrata y un provinciano “comunista” y “terrorista”. Mienten sin tapujos, al pedir “Vota por el Perú”, y lo terrible es que hay más vehemencia en el llamado en los ilustrados y eruditos. Vivimos tiempos en los que defender la democracia es lo mismo que defender la corrupción y el crimen.

En ese sentido, mirando al Perú más allá de este momento que ojalá no nos complique más la vida a “los de a pie”, corresponde aportar para que la corrupción y el autoritarismo no avancen; algo que, en el año del bicentenario, nuestros 

jueves, 6 de mayo de 2021

¿Libertad de expresión o instrumento de opresión?

Publicado en:
Correo del Sur (Sucre Bolivia)
El Clarin (Cajamarca Perú)
Panorama Trujillano (Trujillo Perú)

La relación entre prensa y política, en cualquier país del mundo, siempre ha sido de tensión y controversia. Dependiendo de sus dinámicas construyen o destruyen democracia.

La libertad de expresión, como instrumento para el control del ejercicio del poder de los gobernantes y otros actores clave de una sociedad, uno de los mandatos esenciales de la prensa que la canaliza, no termina de ser comprendida por la población y, en su medida, está siendo manipulada -para su beneficio- por el mundo político y sus aliados.

Con deshonestidad e irresponsabilidad se están apartando del marco jurídico que protege el derecho a la libertad de expresión, reconocido por la mayoría de constituciones en el mundo, así como por los principales instrumentos internacionales sobre derechos humanos como la Declaración Universal de Derechos Humanos (artículo 19º), el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (artículo 19º) y la Convención Americana sobre Derechos Humanos (artículo 13º), que resulta de obligatorio cumplimiento para cualquier Estado.

Pese a ese orden de importancia, por los aportes que ha realizado en los países con democracias consolidadas, que es reconocido en el hemisferio por diversas instituciones internacionales y organizaciones de derechos humanos como la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) que ha promovido y celebrado acuerdos y declaraciones como la Declaración de Chapultepec (México, D.F. el 11 de marzo de 1994), hace buen tiempo que algunos gobiernos, con acusaciones de corrupción otros crímenes y perfil antidemocrático, están empeñados en capturar e instrumentalizar a la prensa para usarla de aliada en sus proyectos políticos.

Dependiendo del país se aprecia, no estoy generalizando, una defensa del “modelo” imperante. Hay una santificación del estado de cosas en lo económico, también social, político y cultural. Es cuestionable, la forma en que lo hacen, por su falta de ética periodística.

Se crean o maquillan, para servir a esos intereses, efectos beneficiosos, por ejemplo al jugar con las variables crecimiento económico y disminución de la pobreza, considerando que la brecha social sigue siendo profunda. Está también el desprecio y abandono -del Estado a través del gobierno en sus distintos niveles- a pueblos alejados de las grandes urbes, que para esa prensa no cuenta; por ser intrascendentes.

Está ocurriendo de nuevo, en el marco del proceso electoral peruano. Periodistas y medios de comunicación, al servicio de una candidatura y de cancerberos de su oponente; al que no dudan de calificar de “comunista” y “terrorista”. Todos a uno y en sintonía, bajo los mismos libretos. Ocurrió en la década del 90 y luego el 2011, cuando el ex presidente Ollanta Humala fue candidato y fue satanizado por el “peligro” que representaba su discurso, para la “estabilidad” y los “avances y crecimiento del país”.

No hay periodista peruano, hoy, que no sea consciente que ese “modelo”, 10 años después, sigue generando inequidad y desigualdad y que debe ser revisado. No obstante, en lugar de visibilizarlo y canalizarlo -para que sea agenda para el próximo gobierno- lo ocultan usando adjetivos calificativos que distan mucho de un periodismo ético, independiente y constructor de democracia.

Están, entre otros planos y más allá de mi Perú, incumpliendo su obligación de tejer confianza entre gobernados y gobernantes. Una confianza basada en la ética de las personas, es decir en la coherencia entre principios, valores y hechos. Se han vuelto previsibles en sus actos. Están sirviendo a la opresión de pueblos. Son los principales causantes de la polarización de nuestras sociedades y de esa violencia silenciosa que, en los últimos días, les ha arrebatado la vida a muchos colombianos y colombianas.

jueves, 29 de abril de 2021

¿Hasta cuándo los grupos de poder primero?

Publicado en:
El Clarín (Cajamarca Perú)
Panorama Trujillano (Trujillo Perú)

Que el presidente Francisco Sagasti prefiera rechazar la ley contra la usura bancaria, buscando el blindaje del Tribunal Constitucional es solo una muestra de cuán distante es este gobierno de los pobres y las sufridas clases medias, porque hay varias clases medias, así en plural. Una es la que tiene un respaldo económico permanente y otra es la que sobrevive apenas en un país afectado por una pandemia y el desempleo.

Si añadimos la falta de sensibilidad frente a los aportantes de las AFP que urgen ya de las 4 UITs que una ley les prometía y que el gobierno se negó a firmar, sabemos que el republicanismo de Palacio es un cliché y que a pocos políticos les importa realmente el sufrimiento de millones de peruanos.

Una mujer muere por qué no logra pagar un balón de oxígeno, un hombre hipoteca y pierde su casa por salvar a su padre de la muerte en este clima de indolencia y tragedia, vasta escena cuando teniendo un ahorro forzado en su cuenta de AFP no pueden disponer de él para sobrevivir. No es dinero estatal, es del aportante que por años sacrificó un alto porcentaje de su sueldo en ahorro y comisiones para tener una pensión. En los contratos existe un principio, rebus sic stantibus, cuando cambia radicalmente el contexto, cambian las condiciones del pacto. Este es el caso. La pandemia cambia las condiciones de la vida social. Lamentablemente sirve añadir que el sistema pensionario privado fracasó y lo que cada uno hallará al final es un ingreso que no cubrirá el mínimo de necesidades, quizás la luz y el agua mensual.

Es enorme la cantidad de peruanos y peruanas que no tienen empleo hoy y un alto número lo perdió en la pandemia. Las 4 UITs que el Congreso pretende liberar con oposición del Gobierno, se entiende en el contexto de una excepción, de una emergencia sanitaria grave, de una pandemia cuya segunda ola es impredecible en su impacto y que cierra las posibilidades de un empleo para millones de peruanos. Los mal llamados funcionarios, porque en realidad son servidores, con sus altos sueldos que hasta ahora nadie se atreve a cuestionar, son renuentes e impávidos frente a la opción de dar un alivio a la gente, tanto como a comprar plantas de Oxigeno o camas UCI, tan fáciles de adquirir en el mercado internacional.

Si el presidente Sagasti persiste en colocar bloqueos llevando el asunto al TC, pese a que ya hay antecedente favorable de entrega de adelantos a los aportantes, solo mostrará su voluntad de hacérsela difícil al pueblo y eso no es gobernar con la gente sino contra la gente.

Sin quitarle el aporte al que se sacrificó por años, mientras tenía empleo en un país de difícil recolocación laboral, devolviéndolo en lo progresivo para que cada familia lo invierta en una pequeña empresa de mediana rentabilidad, es importante reformular el sistema de pensiones desde el Estado y bajo el principio de solidaridad de los que más ingresos tienen y de unicidad. Estudiar la alternativa de una pensión mínima (estancada hace muchos años) será una tarea que atañe al gobierno que vendrá, lejos de toda componenda con los grupos de poder y sordos a una prensa mercantilista -no toda, por cierto- que solo sirve como caja de resonancia de la banca y las AFPs y sus interlocutores políticos en el Perú.

El resultado en las urnas del 11 de abril, nos guste o no, demanda nuevas formas de gobernar y el establecimiento de prioridades; en orden a las necesidades existentes. El pueblo ha tomado conciencia de ello. Resulta sensato para quién haga Gobierno, en ese sentido, aportar soluciones y no ser un obstáculo al que todo y nada asusta.

jueves, 22 de abril de 2021

El “mal menor”


Publicado en:
El Clarín (Cajamarca Perú)
Correo del Sur (Sucre Bolivia)

Elegir al menos peligroso o preparado, como está ocurriendo en algunos de nuestros países, bajo el criterio que se trata del “mal menor” es una de las expresiones de la decadencia y fracaso de la sociedad y el Estado de este tiempo.

Su utilización, en el marco de los procesos electorales de las últimas décadas, ya resulta trillado y refleja el nivel de declive que tiene la democracia. Un concepto que cada vez es menos tangible, por su mal uso y abuso.

Cómo sociedad no hemos sido capaces de generar una participación política basada en valores y principios éticos. En este momento la honestidad y la rectitud, no son precondiciones para participar exitosamente. Por eso la inestabilidad y su impacto en la gobernabilidad. La crisis es de tal dimensión que, siendo rigurosos y respetuosos del concepto, ni partidos políticos tenemos. La mayoría improvisa y, para atraer y ganar votos, son candidatos sólo los que pueden “invertir” en la campaña.

Desde el Estado, el esfuerzo ha sido mínimo; considerando los gobernantes que hemos tenido. Por eso nuestros sistemas electorales no cuentan con credibilidad social. La acción del Estado en la materia, que por mandato constitucional y legal debe ser de generación de condiciones suficientes para una participación política efectiva, sigue siendo pasiva y coyuntural. Sólo intervienen desde los previos de los procesos electorales. No preveen ni se proyectan y, entre otras tantas cosas que pueden hacer, no entablan alianzas para desarrollar cultura jurídica y política.

Tampoco hemos sido capaces de darle esencia y resultados a las perspectivas ideológicas. Las mismas atrocidades las están cometiendo, hoy en día, quienes hacen gobierno desde las denominadas “derecha”, “izquierda”, “centro”; para mencionar sólo los más fáciles de identificar. En varios pueblos de América Latina y El Caribe está ocurriendo, vivimos polarizados y en otros con camisa de fuerza y mordaza.

Latrocinios, corrupción, persecución política, desapariciones forzadas y seguidas de muerte, secuestros, detenciones arbitrarias y preventivas indefinidas, captura control y sometimiento de las instituciones que hacen al sistemas de justicia, compra de la línea periodística de medios de comunicación, inversiones inútiles y sin control en propaganda gubernamental, etc. resulta cada vez más frecuente -y con impunidad- en países con gobiernos elegidos en las urnas.

Algo incomprensible está ocurriendo. El Derecho las ciencias políticas y sociales tienen las “barbas en remojo”. La gente, pese a conocer estos antecedentes y sus ofertas populistas y conservadoras, los sigue eligiendo. No queda claro, en qué momento perdimos el horizonte y si podremos enmendar. No hay autocrítica, sobre todo de los que ya hicieron gobierno; sólo se aprecia angurria de poder por poder.

En esta perspectiva, valorando el momento que vive el Perú, resulta contradictorio que algunas personalidades, como el Nobel de Literatura, sucumban ante sus intereses y miedos y alienten el voto a favor del “mal menor”. En lugar de, aprovechando la sensibilidad y receptividad social por el momento político que vive el país, iniciar una cruzada a favor del renacimiento de una clase política sin corrupción, para decirlo de algún modo, inclina su favoritismo por una persona sobre quien pesa un pedido fiscal de 30 años de cárcel, por -según las investigaciones- encabezar una organización delictiva desde la política. Cómo entender que por ser anti-izquierda respalde una candidatura que es símbolo de corrupción gubernamental autoritarismo y de desprecio a las reglas de convivencia democrática. Sin duda su antípoda de César Abraham Vallejo Mendoza.

En ese sentido, no es coherente apostar por el “mal menor”. Hacerlo es irresponsable. No se puede seguir ocultando maquillando e ignorando realidades. Se tiene que ampliar la lectura de cada país, abandonando el centralismo y las taras culturales predominantes que marginan, excluyen y discriminan -a los más pobres- desde algunos sectores de las grandes urbes.

La apuesta debe ser siempre democrática, queda claro, si de salir del hoyo en el que estamos se trata. Quién participe -organizadamente- en política, además de capacidad de conexión y entendimiento de la realidad nacional, debe respetar a su electorado y ser ejemplo de virtudes.

jueves, 15 de abril de 2021

Recapitulando y con calma

Publicado en:
El Clarín (Cajamarca Perú) 

En mi columna de opinión de la semana pasada, “Cuidado con el triunvirato”, traté de advertir del plan que la “señora K”, De Soto y López Aliaga estaban ejecutando de cara a controlar el Congreso, colocando una representación mayoritaria; considerando que ninguno de ellos ganaría la elección presidencial en primera vuelta. También alerté el cuidado que debíamos tener con aquellas propuestas cuyos “líderes” no habían deslindado con las dictaduras, disfrazadas de democracias, existentes en América Latina.

En la correspondiente a la primera semana de abril, “Otra vez el burro al trigo” que por cierto sólo medios de “provincias” publican, adelanté que un sector importante del país volvería a votar por candidaturas que representan el continuismo y la estabilidad de la corrupción y la impunidad.

Tiempo atrás, y de modo reiterado dependiendo de la coyuntura del país, ataqué los perjuicios que genera, a peruanos y peruanas, un Estado captado por el crimen organizado. Sus resistencias a irse y la manipulación de nuestras instituciones -como el Poder Judicial, Ministerio Público y Tribunal Constitucional- para mantenerse en sus haciendas de poder político económico y religioso, también fueron recurrentes en su tratamiento.

Otras voces, muchas y desde todo frente, hicieron lo propio y -con sus matices- en el mismo sentido. No obstante, el conteo de votos nos dio un resultado que corresponde analizar con calma, horizonte de país, respeto al contrincante, desprendimiento ideológico y partidario, sin miedo ni triunfalismos y descartando posturas discriminatorias y de odio.

Sabemos quiénes siguen en contienda electoral, sus acciones pasadas y sus vínculos los preceden, y no hay necesidad de rasgarse las vestiduras. Votar por cualesquiera, da contenido a una de las dimensiones de la vida en democracia; aunque cueste comprenderlo.

Si quienes hacen al triunvirato legislativo (“Avanza País”, “Renovación Popular” y “Fuerza Popular”) insisten en la captura del Estado para fines extralegales, antes que a la oposición reprochándoles desde el Congreso sus ilegalidades, tendrán al pueblo en las calles hasta lograr su renuncia. El margen para la ejecución de sus planes, a diferencia de los 90, tendrá ese doble límite. Las multitudinarias protestas sociales -no partidarias y con resultados tangibles- en Chile, Ecuador, Colombia, Bolivia y otros países, en los últimos años, son espejo de lo que ocurrirá; considerando que asistimos a un tiempo de despertar de pueblos y de necesidad de materialización de más derechos.

Lo propio ocurrirá si el candidato Pedro Castillo decide apartarse de las reglas del “juego democrático” y, al imponer sus ofertas electorales, patea el tablero. Tanto él como su competidora, pese a ser Ella parte del triunvirato que le da una representación mayor en el Congreso, tendrán que tejer alianzas para gobernar. En este marco, hacer propios otros planes de gobierno y mejorarlos, por ejemplo, en agricultura, educación rural, salud y vacunación -realista- contra la COVID, será más fácil para Castillo.

Queda también abierta la opción, en orden a los alcances del artículo 184 de la Constitución Política, de generar condiciones para que el Jurado Nacional de Elecciones declare la nulidad del proceso electoral, si es que los votos nulos o en blanco, sumados o separadamente, hacen más de dos tercios del número de los emitidos. Queda para el análisis de los pros y contras.

Sea cual fuere el escenario que tengamos luego del 6 de junio, desde el pasado 11 de abril, los competidores deben entender que no hay más aguante para peleas de callejón o los protagonizados en los programas de Laura Bozo. El “Perú profundo” se he expresado en las urnas claramente: “¡Ya basta de ignorar nuestras demandas!” “¡Ya basta de ser invisibilizados y ninguneados!” “¡Ya basta de postergar nuestras necesidades!” “¡Ya basta de que otros decidan y lo hagan sin escucharnos y contra nosotros!”. Han transcurrido 200 años y no es posible que sigamos en las mismas disputas de inicios de nuestra fallida República son, entre otras, las conclusiones que justifican parte del resultado del proceso electoral.

En este contexto, la mayor responsabilidad de lo que ocurra a futuro con el país la tiene el “último bastión”, que es Lima. Es tiempo que aprendan y decidan con responsabilidad y dejen de discriminar y darle la espalda a las otras provincias del país." 

jueves, 8 de abril de 2021

¡Cuidado con el triunvirato!

Publicado en:
Expresión (Chiclayo Perú)
El Clarín (Cajamarca Perú) 

La “señora K” y sus financistas han comprendido que no ganarán la siguiente elección presidencial, pero sí la congresal, y están aplicando una estrategia –envolvente y finamente armada- para mantener sus cuotas de poder en el escenario económico, político y religioso del país.

Están apostando por un triunvirato y les está resultando favorable. Con tres frentes en el Congreso, aparentemente distintos, podrán seguir defendiendo sus intereses y para lograrlo no dudarán en obstruir y chantajear a quién presida el Ejecutivo. Ya lo han hecho recientemente, desde el Congreso disuelto constitucionalmente.

Han decidido captar el voto de la población dispersándolo, a través de candidaturas alternas y para ello destinan millonarios financiamientos. Usan caretas que, pese a los antecedentes de quienes se esconden tras ellas, aun cautivan -siempre- con el objetivo mantener inalterable el estado de cosas (statu quo).

De Soto, López Aliaga y la “señora K”, en este esquema de “participación política”, son músicos de una misma banda y entonan sus encantadoras melodías leyendo un mismo pentagrama.

Los tres tienen una misma agenda. Un “Plan de Gobierno” con similar horizonte, no exhiben discrepancias entre ellos, tienen a su servicio las mismas encuestadoras y programas televisivos, tampoco se esfuerzan en modular sus ataques a quiénes se oponen a sus designios, etc. Los registros que hay de los denominados debates presidenciales, también muestran un único cordón umbilical.

Su visión del Perú, es instrumentalizar y controlar lo que puedan para su beneficio. Sus mañas, aquellas con las que operaron en la década del 90 y las décadas siguientes, no las han perdido; las han refinado. Quién, de los tres, resulte elegido es secundario. Por eso no les complica tener el papel de fusibles de una misma apuesta, usando el sistema electoral y político en crisis y abusando de ofertas populistas, que como sabemos aún tienen amplia acogida social, marcadas por la mentira el autoritarismo y las culturas del odio y la depredación.

Sólo les interesa tener una representación mayoritaria en el próximo Congreso, que estimo sería la “primera fuerza” al estar integrada por más del 20% de los congresistas. Por ahora se satisfacen, en controlar el Congreso.

Fortalecer el Estado y hacerlo eficiente y eficaz, en la prestación de servicios, no les interesa; como tampoco a la mayoría de las ofertas electorales existentes en cartelera. Su horizonte es poner los servicios públicos en manos privadas, bajo reglas entreguistas; sin importarles que las brechas sociales se profundicen y la reconciliación entre peruanos y peruanas sea inalcanzable. Por eso desarrollar iniciativas con objetivos sociales, les resulta asunto de “rojos” o “terrucos”. No han evolucionado y tampoco comprendido que el Perú es diverso y multicultural.

Resulta imperativo, frente a esta amenaza latente, promover un voto que no sume a esta componenda y tampoco a aquellas propuestas que no han deslindado con las dictaduras disfrazadas de democracia, existentes en América Latina. Merecemos iniciar un tercer siglo de República con esperanzas, no con miedo y resignación y tampoco con cruces inservibles y prospectos de tiranías.

Una composición congresal mayoritaria, integrada por “Avanza País” “Renovación Popular” y “Fuerza Popular”, repetirá una y otra vez las crisis de gobernabilidad que hemos vivido los últimos tres años. La vacancia presidencial, será una constante espada de Damocles, en el cuello del próximo Presidente y su Gabinete. Se trata de personas que culturalmente no dialogan, sólo imponen, porque aún hay quienes respaldan estas prácticas coloniales y abusivas.

Advertidos estamos. Si queremos dejar de quejarnos y lamentarnos, los siguientes años, elijamos informada y libremente. Demostremos nuestro amor por el Perú, no eligiendo -por más elocuentes y simpáticos que nos parezcan- a quiénes sólo se acercan al Estado para asaltarlo. En la actual oferta electoral, algo bueno debe existir."

jueves, 1 de abril de 2021

Estado y Gobierno

Publicado en:
Correo del Sur (Sucre Bolivia)
El Clarín (Cajamarca Perú)
Panorama Trujillano (Trujillo Perú)

Todo Estado se fortalece o debilita en función al tipo de Gobierno que tenga.

Un Estado, entendido –desde uno de sus ángulos– como el conjunto de instituciones que tienen la finalidad de administrar los asuntos públicos, cumple sus fines de regular la vida de una población, en el marco de su territorio nacional, soberana e independientemente, si es que quienes hacen su gobierno respetan el ordenamiento político adoptado y el suscrito con la “comunidad internacional”.

Son, entre otros aspectos, las reglas de juego con las que se eligen y/o designan sus gobernantes (Gobierno) y la forma de ejercer ese poder conferido, considerando que existen muchos Estados con estructuras semejantes, lo que define el perfil de un país; su ubicación ante los ojos del mundo y de la también denominada “sociedad internacional”.

Todo Estado, por más pequeño que sea su territorio población o PBI, debe aspirar a tener un gobierno democrático –que no solo es elección periódica de autoridades– y ser respetado y admirado por su conducción por sus pares en el mundo. Una máxima y a la vez objetivo ignorados y manoseados por unos cuantos, escudados en el paraguas de la soberanía.

Es determinante que un Estado, en su organización político territorial –por ejemplo andino– de distrito, provincia, región o departamento, sea gobernado por personas con valores éticos y actitudes personales de rectitud y capacidades para generar logros de gestión que beneficien a cada vez más personas.

En ese sentido, considerando que quien hace Gobierno es un gestor y administrador del Estado, corresponde –ejerciendo entre otros derechos los civiles y políticos– promover ajustes a las reglas existentes de participación política, para elegir gobernantes honestos. Aquellos que son transparentes en el uso de los recursos y objetivos y no engañosos en su discurso. Los que tienen misión social o espíritu de servicio y cultura del trabajo. El compromiso con su comunidad y el cumplimiento de la palabra empeñada, sin miedo a ensuciarse las manos, además de ser un visionario, innovador y de mente abierta a los cambios nacionales regionales y mundiales, también deben ser foco de atención –antes de elegir– de la población. No ser centro de problemas y más bien ofrecer soluciones a las necesidades que emergen de los problemas estructurales existentes, ser proactivo y buen administrador y orientar sus capacidades a logros, es lo que debe orientar el sentido de un voto responsable.

Estas características, que son consustanciales a un Estado con Gobierno democrático, no están presentes –en este tiempo– en el perfil de muchos de nuestros gobernantes, porque no son aspectos de valoración en la mayoría de electores. Esta demanda es apenas de unos cuantos. En la mayoría de los países el voto sigue siendo gaseoso (respaldo al que mejor me cae sin conocerlo) y caudillista (elijo porque ofrece y convence de su capacidad de mejorar el país). También, en las últimas décadas y con éxito, es antisistema y pro corrupción e impunidad.

Son contados los pueblos que apuestan por la defensa y ampliación de sus derechos humanos, que no tienen miedo a participar y eligen a los mejores y tienen como horizonte su vida con instituciones independientes y creíbles; que han aprendido a vivir en democracia.

No es lo mismo, entonces, Estado y Gobierno. Por regla, un Gobierno es ave de paso por el Estado; aunque en algunos países –cuyos gobernantes se han apartado incluso de las reglas que ellos mismos promovieron– la apuesta es el continuismo a perpetuidad, incluso a “sangre y fuego”.

El Estado es de todos y todas, es necesario conocerlo y desarrollar un sentido de pertenencia para accederlo y usarlo mejor. Conviene evitar que cualquier Gobierno se sienta dueño del Estado y lo secuestre, ellos están para servir a la población y no para perseguirlos y abusarlos.

jueves, 25 de marzo de 2021

Otra vez el burro al trigo

Publicado en:

El Clarín (Cajamarca Perú)

Panorama Trujillano (Trujillo Perú)

No obstante existir hartazgo y fastidio frente a la corrupción e impunidad que impera entre quienes hacen gobierno (distrital provincial regional nacional) el pueblo peruano realiza insuficientes esfuerzos para mejorar su participación política. No enmendamos y en cada proceso electoral, como el del 11 de abril próximo, repetimos las fatídicas mismas escenas. Elegimos como nuestros gobernantes al “mal menor” o a “los menos peligrosos”.

Las personas honestas le tienen miedo a la arena electoral, a la que consideran un campo minado que tarde o temprano los salpicará de deshonra y fatalidad. Una cesión que está facilitando que la mayoría de partidos políticos, y sus formas de organización, estén capturados por gente con un amplio prontuario delictivo.

El sistema electoral, por otro lado por el perfil de su composición, es incongruente con la visión de país querido que merecemos y por las decisiones que adopta se presta a todo tipo de sospechas y dudas; considerando que benefician a los menos aptos y afectan a los que sí a lo mejor pueden tener un mejor gobierno. No estoy atacando a la institución, llamo la atención sobre sus mecanismos de composición, que deberían darnos a los mejores humanos para dirigir un proceso electoral.

En este contexto, pese a las barreras existentes -dos de ellas descritas antes-todas de orden estructural que arrastra el Estado decadente que tenemos, existe la posibilidad de influir para que nuestros próximos gobernantes abandonen el círculo vicioso en el que estamos; eligiendo a personas sin prontuario y cuya bandera sea el Perú.

No podemos volver a elegir a personas que hacen a organizaciones delictivas, mal utilizando la política. Tampoco a clanes político-empresariales que buscan evadir impuestos o controlar a algunas instituciones contraloras y fiscalizadoras para “blindarse” y seguir ampliando sus márgenes de corrupción e impunidad y vigencia política en el país que, antes que de ellos, es nuestro. Menos aún a topos y testaferros políticos que están buscando obtener una mayoría política en el Congreso, como lo vienen haciendo los esbirros de la “señora K”, a través del triunvirato del que muchos prefieren callar.

Recordemos que ocurrirá, con nuestro Perú, si permitimos un Congreso con mayoría bajo la jefatura de la eterna candidata “señora K”. Tengamos presente también que los procesos judiciales seguidos a políticos acusados de corrupción, tendrán mejores resultados si es que no existen interferencias de políticos ligados a ellos; como está ocurriendo en los últimos años.

En este orden de reflexión, y sin necesidad de detenernos en elementos doctrinarios o ideológicos, queda claro que -en el año del bicentenario- será una forma de traicionar a la patria que volvamos a elegir a operadores de las mafias peruanas como nuestros gobernantes.

Alberto Fujimori, Alejandro Toledo, Ollanta Humala, Pedro Pablo Kuczynski, Alan García, Susana Villarán, Luis Castañeda, Keiko Fujimori, Juan Luis Cipriani, Rafael Rey, Lourdes Flores, Mercedes Araoz y otros y otras, por ejemplo, ya son parte del pasado político que debemos terminar de sepultar. Para ellos, no puede haber más oxigeno político.

En ese sentido, evitemos que la historia se repita otra vez. Investiguemos el pasado y presente de los que elegiremos. Nuestro Perú, este año que cumple 200 años de República, merece algo mejor. La independencia, que tanta celebración y ruido mediático tendrá, en su mirada de proceso inconcluso, debe ser plena y lograrlo implica contribuir a la construcción de una “clase política” no subordinada a la corrupción e impunidad.

Los peruanos con esencia, no debemos bajar la guardia y más bien cerrar filas contra los corruptos que usan la política y el Estado para delinquir con impunidad. Usemos información válida, argumentos y ayudemos a que nuestros paisanos y paisanas ejerzan su derecho a elegir y no sigan siendo instrumentos de un sistema que nos los incluye en las decisiones, tampoco los escucha y por el contrario los daña.

Si buscas un Perú mejor, no hagas lo mismo de siempre. Dale sentido a tu voto. Para los políticos de este tiempo mereces lo mismo que das."


jueves, 18 de marzo de 2021

Las pandemias que nos acosan

Publicado en: 

El Clarín (Cajamarca Perú) 
OTRAPRENSA (Trujillo Perú)


Somos sobrevivientes de pandemias (propagación mundial de una nueva enfermedad) del pasado. Algunas llegaron y aun conviven con nosotros, como la peste bubónica, la viruela, el cólera, la influenza. La COVID-19 es la última y aun es poderosa porque ha encontrado como potentes aliadas a la mentira y la corrupción.

La corrupción, en cualquier período y latitud, crece y se afianza en tiempos de crisis; como ahora. Si esta es estructural, como ocurre en los servicios salud justicia infraestructura vial agua y saneamiento etc., termina cediéndole a los corruptos cuotas importantes del gobierno la y gestión de un Estado.

Ha ocurrido en el pasado y hoy, se aprecia en los grandilocuentes discursos de todas las tiendas ideológicas, sigue marcando el perfil y accionar de gran parte de los políticos “equipos de trabajo” y gobernantes de las américas.

En Perú, por ejemplo, los corruptos de las últimas décadas no se quieren ir. Han convertido también al actual proceso electoral en mercado, donde todo tiene un precio; considerando que tienen candidaturas testaferras a las que sólo le interesa el acceso al poder para instrumentalizar al Estado para su beneficio. Estas mienten y pagan a sus operadores mediáticos para que hagan circo y cajas de resonancia de lo que les conviene. Son expresión de la fallida democracia que tenemos.

En esta realidad, en los últimos días, la crisis estructural del servicio de salud y las marchas y contramarchas del Gobierno en la compra y uso de las vacunas ha facilitado, por el terreno fértil que ofrece, que la actual pandemia se constituya en un aliado perfecto de los corruptos que quieren hacer Gobierno. Están aplicando la regla del “todo vale” y, como es su estilo, solapadamente justificando la mentira y la corrupción.

También se aprecian, siguiendo a la prensa, compras sobrevaloradas de productos encaminados a mitigar los efectos de la COVID-19. Mientras esto ocurre, y ojo que sólo estamos anotando lo que estará pasando a nivel de Gobierno Nacional, miles de personas mueren. Desgarradora, extrema y dolorosa realidad, que muestra lo bajo que han caído quiénes dicen ser nuestros servidores públicos, líderes políticos y gobernantes. El mundo empresarial puede tener un papel solidario y responsable, no obstante, prefiere hacer comparsa a quiénes mienten.

Por eso hoy, no sólo estamos luchando por salvar la vida de los más vulnerables. También enfrentamos a las pandemias de la mentira y la corrupción que se aprovechan de los débiles mecanismos de supervisión institucional de compras y adquisiciones del Estado y la escasa confianza ciudadana en sus instituciones, dos de las expresiones de crisis estructural en los procesos de prestación de servicios, para sacar beneficio de la desgracia ajena.

Que estas cosas nos ocurran en este tiempo, nos quita esencia. Por eso debemos, en la perspectiva de enfrentar y ganarle a los flagelos que ahora caminan juntos, generar acciones y respuestas integrales efectivas y eficaces de las instituciones persecutoras del crimen.

Son tibias y complacientes y ayudan a perpetuar la mentira y la corrupción, las posturas de sólo denunciar su mayor o menor “intensidad”. La integralidad efectividad y eficacia, que demandamos, deben estar basadas en un marco jurídico coherente con el derecho interno e internacional y de tolerancia cero a las formas de corrupción y, entre otros aspectos, con penas doblemente duras. Necesitamos procesos sociales inteligentes que los reten y “voluntad política” de todos los poderes del Estado de -verdaderamente- enfrentar la corrupción y no solo tiene que ver con lo que intente hacer un ministro o el presidente.

Parte importante de esta lucha implica y más allá de coyunturas, porque como sabemos la corrupción es transversal en la mayoría de actividades del Estado, someter a procesos francos y abiertos de reestructuración al Estado, a fin de evitar la discrecionalidad, el secreto institucional y el monopolio de la información. Es derrumbar barreras y circuitos mafiosos existentes y construir política de Estado contra la corrupción y la impunidad.

A la COVID-19 lo venceremos en el tiempo desde la ciencia. A la corrupción y la mentira, que hoy también conspiran para matarnos, sólo los eliminaremos de nuestras vidas mejorando como humanos."


jueves, 4 de marzo de 2021

Las resistencias al “lenguaje inclusivo”

 Publicado en:
El Clarín (Cajamarca Perú)
TRUJILLOPRENSAPERU (Trujillo Perú)

Con compasión aprecio que aún hay quiénes se irritan, lo veo siempre en los grupos en los que hago parte en redes sociales, cuando alguien expresa -en general- opiniones que afirman la importancia del desarrollo del “enfoque de género” en las políticas de Estado.

Llamar la atención, por ejemplo, debido a su frecuencia, sobre el innecesario uso de expresiones “sexistas” por ser discriminatorias, nos expone. También, entre otros, el uso del “lenguaje inclusivo” que alude, siguiendo a Naciones Unidas, a “la manera de expresarse oralmente y por escrito sin discriminar a un sexo, género social o identidad de género en particular y sin perpetuar estereotipos de género”.

Esta semana me tocó apreciar algunos de estos arrebatos cuando, en un gesto de cortesía, utilicé la frase “reciban un fuerte abrazo todos y todas”. El androcentrismo, que como es conocido hace referencia a la aberrante y primitiva práctica de otorgar al varón y a su valoración de las cosas una posición central en las sociedades la cultura y la historia, no se hizo esperar y buscó marcar terreno.

Es “moda”, "pose", "huachafería" indicaron algunos. Otros adujeron que es afán por “distorsionar el lenguaje”. Los más arraigados con su práctica simplemente ironizaron su uso y no dudaron en poner como sus interlocutores válidos a personajes públicos que, por su falta de “ubicatex” y pese a su renombre mundial, solo se han limitado -en el curso de su vida- a defender un patriarcado decadente y obsoleto y relaciones sociales basadas en privilegios viles del varón.

Sin duda, valorando que las palabras expresan lo que pensamos del mundo y de las personas, se trata de humanos que viven anclados en el pasado y que, en esa medida, se resisten a reconocer que el mundo evoluciona cada segundo. Que hay enfoques, como el de género, interculturalidad, derechos, políticas públicas y otros, que están marcando el desarrollo de las sociedades, desde lo normativo e institucional y otros ámbitos, debido a la persistente situación de vulnerabilidad, que buscan revertir, en la que aún se encuentran sectores tradicionalmente excluidos, como el de las mujeres.

Les aterra que el “lenguaje inclusivo” avance y acelere el proceso de igualdad de género y de combate a los prejuicios de género; considerando que el lenguaje es uno de los factores clave que determinan las actitudes culturales y sociales. Por inercia, o la justificación que fuese, estas personas son reacias a crear entornos de trabajo que abracen la igualdad y sean inclusivos. Tienen miedo competir, bajo reglas justas, con una mujer.

En ese sentido, una evolución en el lenguaje contribuirá a cambiar aquellas estructuras mentales obsoletas y retrógradas, marcadas por estereotipos y mandatos sexistas. Es imperativo un lenguaje incluyente, más equitativo y justo para todas las personas y en ese ámbito el proceso educativo juega un papel central.

Entonces no se trata de juego de palabras, es confrontación con las construcciones socioculturales imperantes. No es ir contra la sacrosanta Real Academia Española, es darle contenidos a los derechos de las mujeres. No es terrorismo gramatical, es encarar y cuestionar los roles comportamientos actividades y atributos que nuestra sociedad otorga -hoy- a los seres humanos dependiendo de su sexo, etc.

Por eso, situar al hombre como centro de todas las cosas, en pleno siglo XXI, es delirante. Aceptar su predominio por el solo hecho de ser hombre resulta irracional. El “lenguaje inclusivo”, en el cometido de despatriarcalización que se expresa en dominación y opresiones, es una herramienta valiosa que debemos potenciar; es lo que nos conviene en este proceso de construcción de sociedades más equilibradas y con oportunidades para todos y todas.

jueves, 25 de febrero de 2021

No debemos temerle a la muerte

Publicado en:
El Clarín (Cajamarca Perú)
TRUJILLOPRENSAPERU (Trujillo Peru)
Correo del Sur (Sucre Bolivia)
Los Tiempos (Cochabamba Bolivia)

Una forma de vencer a la muerte, es no temiéndole.

Casi todas las personas creen que no se debe hablar de la muerte. Lo consideran desagradable y propio de locos ponerlo en debate. Es un tema tabú, pese a su intermitencia en la filosofía, la ciencia, la religión, incluso el arte.

Hay quienes por pensar en la muerte no viven libremente, les aterra que ésta llegue en cualquier momento. Son prisioneros del miedo. No obstante, llevan una vida plagada de bajas pasiones y sin objetivos, ni misión social.

En otra vereda, porque hay muchas sendas que se optan, están los que creen que vivirán eternamente. No solo se aferran a lo material y son capaces de pelearse con un hermano o una hermana o el mundo por centavos, si no que maltratan y ofenden a sus congéneres en cada paso que dan. Son egoístas, ambiciosos, angurrientos y avaros. Pareciera, por la ceguera en la que viven, que ignoran que en cualquier momento expirarán.

Lo cierto es que la muerte es una ley natural inevitable que, tarde o temprano, nos llegará a todos y a todas. ¿Falso?, no. En vida los humanos son diferentes y se afanan por diferenciarse para sacar ventajas, ante la muerte todos y todas somos iguales.

En esa comprensión, al margen de cualquier valoración filosófica religiosa o posición ideológica que siempre existirá, lo que importa es cómo vivimos. De una persona ya fallecida sólo recordamos la forma en que vivió y lo que aportó para la construcción del mundo; uno mejor del que recibió.

No se trata de no pensar en la muerte, es entenderla como un proceso natural para el cual debemos estar preparados. Esto puede implicar miles de cosas, pero hay que hacerlo simple. La idea de que vamos a morir no debe ser un generador permanente de zozobra e inquietud. Debemos asumirlo como algo normal.

Estar preparados para la muerte es vivir una vida plena, de manera que cuando nos llegue la hora podamos ser despedidos sin arrepentimientos. Todos y todas merecemos una dulce muerte, por eso debemos tener una vida bien empleada.

Una vida plena puede ser entendida desde diversas dimensiones. Prefiero, siguiendo a María Luisa de Miguel Corrales, “aquella que se relaciona más con sentir que estas en el momento presente exactamente donde quieres estar, haciendo lo que quieres hacer, o lo que sientes que es importante hacer para lograr aquello que para ti tiene sentido y significado. Sentir que estas en el camino que has elegido con total consciencia, libertad y responsabilidad y, además, que estas caminando como tu quieres caminar, no como otros lo han decidido por ti o para ti, como otros te recomiendan o aconsejan, como otros aprueban, o como otros opinan. Y en ese camino, están las personas que has elegido que te acompañen, las personas con las que quieres caminar”.

En este tiempo de pandemia, como en otras que la historia humana registra, nos toca despedir a nuestros seres amados y amistades. Es inevitable que haya tristeza y dolor, pero estos serán menos con el paso del tiempo. No podemos rendirnos, debemos actuar con valentía, sin miedo y sin prisa por morir; porque aún hay mucho por hacer.

Una de esas cosas por hacer primero, es comprender qué es la vida y hacerla útil, poniéndola al servicio de los demás. Nelson Mandela, al respecto expresó, “cuando un hombre ha hecho lo que él considera como su deber para con su pueblo y su país, puede descansar en paz. Creo que he hecho ese esfuerzo y que, por lo tanto, dormiré por toda la eternidad.”

A la muerte hay que darle su lugar. Sólo es importante en la medida que nos motiva a darle valor a la vida, a lo que dejamos a los que nos suceden en su ciclo.


viernes, 19 de febrero de 2021

Cultura del odio

Publicado en:
El Clarín (Cajamarca Perú)
TRUJILLOPRENSAPERU (Trujillo Perú)
Correo del Sur (Sucre Bolivia)
Los Tiempos (Cochabamba Bolivia)

La mayoría de seres humanos, si no la totalidad, convivimos -de manera silenciosa- con odios fobias y miedos. No obstante, practicarlos en nuestra cotidianidad, no los reconocemos y tampoco aceptamos. Nuestros mecanismos de defensa los disfrazan, la mayoría de las veces, o encubren hasta invisibilizarlos; pero no por ello dejan de ser dañinos.

El reto es dominarlos y evitar que afecten a terceros o nos dañen a nosotros mismos. El odio, por ejemplo, predicado y puesto en la cabeza de la gente, se hace un arma letal y vuelve a los humanos que lo promueven y aceptan en seres altamente peligrosos.

Es fácil odiar y quién lo fomenta lo sabe, y hasta placentero le resulta, por las ganancias que le genera. Otros odian por desconocimiento, por falta de comprensión de aspectos sustantivos de la vida y sus acciones son comprensibles pese a ser injustas.

Sea cual sea la motivación, el contexto social para su desarrollo es favorable, considerando que aun vivimos en un mundo sin oportunidades para todos y todas y con aberrantes expresiones de injusticia y abuso de poder, entre otros planos, político económico y religioso.

El que odia vive prisionero de sus complejos y resentimientos, pasados y presentes, es desconfiado y rencoroso y no tiene capacidad de autoevaluación. Sin darse cuenta, incluso, por la disminución de su capacidad de razonamiento, una de sus varias expresiones nocivas, daña -al exponerla- a su familia y arrastra a ese esquema autodestructivo a los de su entorno; porque todos terminan siendo rechazados socialmente.

Los que odian y enseñan a odiar pierden horizonte, porque las cosas que ocurren en el mundo sólo son adecuadas si a ellos les conviene. Nada existe sin su participación y todo es inútil e inservible por el sólo hecho de que así ellos lo califican. No importa cuán bueno sea un propósito u objetivo, para quien vive y fomenta una cultura del odio siempre será un adefesio.

Por lo general estas personas no tienen amistades, porque en sus relaciones sólo hay intereses y beneficios. Descalifican con la velocidad de la luz. Si les resultas útil te buscan, de lo contrario no existes; porque la envidia que tienen -a todo- es descomunal y los ciega. Viven existencias utilitarias y vacías y -pese a sus discursos moralizadores éticos y principistas- sus actos los dibujan de cuerpo entero como humanos; porque ni siquiera la genuina historia o las reglas existentes respetan. Son malos perdedores, siempre.

Son extensiones de la cultura del odio el oportunismo, la mentira, la irresponsabilidad, el abuso de poder, el fanatismo, la vida fácil, la soberbia y otras taras humanas. Nadie se salva de sus ninguneos, atropellos y zarpazos. Son una bomba de tiempo cuando los que promueven la cultura del odio tienen inclinación por la corrupción y son parte del denominado mundo político.

La cultura del odio impide pasar página y reconciliarnos. Está estacionada en nuestra sociedad y tiene millones de rostros y voces en cada altitud y latitud. Es la madre de la vulneración persistente a nuestros derechos por los Estados y pretexto social perfecto para que sigamos como rehenes de la violencia y la muerte.

Nuestras diferencias, culturales religiosas políticas y de mentalidades, son parte de nuestra riqueza, no son problema. Son un factor común que nos une y no tienen por qué ser la razón de nuestros odios, que benefician siempre a quién los promueve utilizando el nombre de muchos.

Considerando lo que nos ocurre como humanidad en este tiempo, siguiendo a Mahatma Gandhi, debe ser un objetivo de vida no dejar que se muera el sol sin que nos hayamos deshecho de nuestros rencores y odios.

jueves, 11 de febrero de 2021

¡No todo está perdido!


Publicado en:
El Clarín (Cajamarca Perú)
TRUJILLOPRENSAPERU (Trujillo Perú)
Correo del Sur (Sucre Bolivia)
Los Tiempos (Cochabamba Bolivia)

Vivimos tiempos en los que el egoísmo, la mentira, la necedad, el abuso, la prepotencia, la imposición y, entre otras tantas taras humanas, los antivalores contaminan y taladran las relaciones humanas en su pretensión de penetrar, instalarse y perpetuarse.

No obstante, mientras existan humanos que adopten decisiones y ejecuten acciones equilibradas, coherentes, lógicas, justas, de desprendimiento y de renuncia en pro del bien común, el mundo tendrá razón de existir. En tanto sobrevivan hombres y mujeres con cultura de servicio –sin esperar nada en su beneficio–, haya gente que lucha por los derechos de aquellos que ignoran y no pueden defenderse, seguiremos siendo esperanza.

Aún hay gente buena. Personas que valoran la vida, destinan su tiempo para desarrollar acciones altruistas y de bien para sus pueblos. Seres que se respetan a sí mismos y que, en ese sentido, tratan al prójimo con verdadera bondad y fraternidad. Individuos que entienden la esencia de la dignidad del ser humano y se esfuerzan en darle contenido material y no en discurso, verbosidad y dogmatismos religiosos. Humanos que no ven con sospecha y duda a su sombra, que no se detienen en minucias ni formalismos, que no olvidan sus raíces y tienen sus sentidos abiertos y dispuestos para servir.

Hace unas semanas, una vez más, la vida me premió con una vivencia que enseña, orienta y enriquece mi espíritu. Dos de mis tíos más queridos de la “tercera edad” viajaron por más de 15 horas por unos trámites de Chepén a San Miguel y luego a Cajamarca en Perú. Estacionaron por unos minutos su vehículo en la plaza principal para comprar unos medicamentos, al ver otros autos parqueados. Desconocían las reglas de restricción vehicular. La autoridad municipal secuestró, sin su conocimiento, su vehículo en instantes y se inició su calvario en la ciudad donde murió el Inca Atahualpa. Enterado de lo que les ocurría “toqué varias puertas” desde Bolivia, en varios niveles institucionales, con el fin de ayudarlos y, cuando estaba por darme por vencido, apareció un abogado al que conocí en mis relaciones con la Universidad Antenor Orrego de Trujillo hace más de 18 años. José Manuel Rojas Villar no solo hospedó a mis tíos, sino que les dedicó dos días de su tiempo como abogado y solo se despidió de ellos cuando les devolvieron su vehículo. No pidió más que hacer lo mismo con cualquier prójimo en situación de necesidad.

Por eso sorprende que haya humanos que se afanen tanto por mantener y concentrar poder, bienes materiales, generar falsas imágenes de sí mismos con el fin de ser reverenciados. Decepciona aún más que para obtener estos “logros”, esos pobres seres no vacilen en atropellar y abusar de las reglas de juego existentes, que maltraten a los que llaman amigos o hasta den la espalda y se ensañen con sus propias familias.

Lo trágico, en este pantallazo de nuestro paso por este mundo, es que, por lo general, los que padecen de estos lastres pierden la perspectiva de que la vida es corta y que hay que recorrerla intensamente, despojándonos de cruces del presente y anclas del pasado. Les aterra hablar de la muerte, porque en el fondo saben que las consecuencias de sus actos y la forma como se vinculan con el mundo que los rodea, siempre los perseguirá.

Cada persona elije qué ser y cómo relacionarse con los demás. Sería bueno, en ese sentido, preguntar a los seres que decimos amar ¿cómo nos ven? y a los que llamamos amigos ¿qué valoración tienen de cómo nos vinculamos con el mundo?

Para que no todo esté perdido, trabajemos construyendo paz en cada ser. Solo si hay paz en el alma de los humanos, habrá sentimientos de amor por los mismos. Sin esos sentimientos, es impensable personas con capacidad de servicio.