jueves, 25 de marzo de 2021

Otra vez el burro al trigo

Publicado en:

El Clarín (Cajamarca Perú)

Panorama Trujillano (Trujillo Perú)

No obstante existir hartazgo y fastidio frente a la corrupción e impunidad que impera entre quienes hacen gobierno (distrital provincial regional nacional) el pueblo peruano realiza insuficientes esfuerzos para mejorar su participación política. No enmendamos y en cada proceso electoral, como el del 11 de abril próximo, repetimos las fatídicas mismas escenas. Elegimos como nuestros gobernantes al “mal menor” o a “los menos peligrosos”.

Las personas honestas le tienen miedo a la arena electoral, a la que consideran un campo minado que tarde o temprano los salpicará de deshonra y fatalidad. Una cesión que está facilitando que la mayoría de partidos políticos, y sus formas de organización, estén capturados por gente con un amplio prontuario delictivo.

El sistema electoral, por otro lado por el perfil de su composición, es incongruente con la visión de país querido que merecemos y por las decisiones que adopta se presta a todo tipo de sospechas y dudas; considerando que benefician a los menos aptos y afectan a los que sí a lo mejor pueden tener un mejor gobierno. No estoy atacando a la institución, llamo la atención sobre sus mecanismos de composición, que deberían darnos a los mejores humanos para dirigir un proceso electoral.

En este contexto, pese a las barreras existentes -dos de ellas descritas antes-todas de orden estructural que arrastra el Estado decadente que tenemos, existe la posibilidad de influir para que nuestros próximos gobernantes abandonen el círculo vicioso en el que estamos; eligiendo a personas sin prontuario y cuya bandera sea el Perú.

No podemos volver a elegir a personas que hacen a organizaciones delictivas, mal utilizando la política. Tampoco a clanes político-empresariales que buscan evadir impuestos o controlar a algunas instituciones contraloras y fiscalizadoras para “blindarse” y seguir ampliando sus márgenes de corrupción e impunidad y vigencia política en el país que, antes que de ellos, es nuestro. Menos aún a topos y testaferros políticos que están buscando obtener una mayoría política en el Congreso, como lo vienen haciendo los esbirros de la “señora K”, a través del triunvirato del que muchos prefieren callar.

Recordemos que ocurrirá, con nuestro Perú, si permitimos un Congreso con mayoría bajo la jefatura de la eterna candidata “señora K”. Tengamos presente también que los procesos judiciales seguidos a políticos acusados de corrupción, tendrán mejores resultados si es que no existen interferencias de políticos ligados a ellos; como está ocurriendo en los últimos años.

En este orden de reflexión, y sin necesidad de detenernos en elementos doctrinarios o ideológicos, queda claro que -en el año del bicentenario- será una forma de traicionar a la patria que volvamos a elegir a operadores de las mafias peruanas como nuestros gobernantes.

Alberto Fujimori, Alejandro Toledo, Ollanta Humala, Pedro Pablo Kuczynski, Alan García, Susana Villarán, Luis Castañeda, Keiko Fujimori, Juan Luis Cipriani, Rafael Rey, Lourdes Flores, Mercedes Araoz y otros y otras, por ejemplo, ya son parte del pasado político que debemos terminar de sepultar. Para ellos, no puede haber más oxigeno político.

En ese sentido, evitemos que la historia se repita otra vez. Investiguemos el pasado y presente de los que elegiremos. Nuestro Perú, este año que cumple 200 años de República, merece algo mejor. La independencia, que tanta celebración y ruido mediático tendrá, en su mirada de proceso inconcluso, debe ser plena y lograrlo implica contribuir a la construcción de una “clase política” no subordinada a la corrupción e impunidad.

Los peruanos con esencia, no debemos bajar la guardia y más bien cerrar filas contra los corruptos que usan la política y el Estado para delinquir con impunidad. Usemos información válida, argumentos y ayudemos a que nuestros paisanos y paisanas ejerzan su derecho a elegir y no sigan siendo instrumentos de un sistema que nos los incluye en las decisiones, tampoco los escucha y por el contrario los daña.

Si buscas un Perú mejor, no hagas lo mismo de siempre. Dale sentido a tu voto. Para los políticos de este tiempo mereces lo mismo que das."


jueves, 18 de marzo de 2021

Las pandemias que nos acosan

Publicado en: 

El Clarín (Cajamarca Perú) 
OTRAPRENSA (Trujillo Perú)


Somos sobrevivientes de pandemias (propagación mundial de una nueva enfermedad) del pasado. Algunas llegaron y aun conviven con nosotros, como la peste bubónica, la viruela, el cólera, la influenza. La COVID-19 es la última y aun es poderosa porque ha encontrado como potentes aliadas a la mentira y la corrupción.

La corrupción, en cualquier período y latitud, crece y se afianza en tiempos de crisis; como ahora. Si esta es estructural, como ocurre en los servicios salud justicia infraestructura vial agua y saneamiento etc., termina cediéndole a los corruptos cuotas importantes del gobierno la y gestión de un Estado.

Ha ocurrido en el pasado y hoy, se aprecia en los grandilocuentes discursos de todas las tiendas ideológicas, sigue marcando el perfil y accionar de gran parte de los políticos “equipos de trabajo” y gobernantes de las américas.

En Perú, por ejemplo, los corruptos de las últimas décadas no se quieren ir. Han convertido también al actual proceso electoral en mercado, donde todo tiene un precio; considerando que tienen candidaturas testaferras a las que sólo le interesa el acceso al poder para instrumentalizar al Estado para su beneficio. Estas mienten y pagan a sus operadores mediáticos para que hagan circo y cajas de resonancia de lo que les conviene. Son expresión de la fallida democracia que tenemos.

En esta realidad, en los últimos días, la crisis estructural del servicio de salud y las marchas y contramarchas del Gobierno en la compra y uso de las vacunas ha facilitado, por el terreno fértil que ofrece, que la actual pandemia se constituya en un aliado perfecto de los corruptos que quieren hacer Gobierno. Están aplicando la regla del “todo vale” y, como es su estilo, solapadamente justificando la mentira y la corrupción.

También se aprecian, siguiendo a la prensa, compras sobrevaloradas de productos encaminados a mitigar los efectos de la COVID-19. Mientras esto ocurre, y ojo que sólo estamos anotando lo que estará pasando a nivel de Gobierno Nacional, miles de personas mueren. Desgarradora, extrema y dolorosa realidad, que muestra lo bajo que han caído quiénes dicen ser nuestros servidores públicos, líderes políticos y gobernantes. El mundo empresarial puede tener un papel solidario y responsable, no obstante, prefiere hacer comparsa a quiénes mienten.

Por eso hoy, no sólo estamos luchando por salvar la vida de los más vulnerables. También enfrentamos a las pandemias de la mentira y la corrupción que se aprovechan de los débiles mecanismos de supervisión institucional de compras y adquisiciones del Estado y la escasa confianza ciudadana en sus instituciones, dos de las expresiones de crisis estructural en los procesos de prestación de servicios, para sacar beneficio de la desgracia ajena.

Que estas cosas nos ocurran en este tiempo, nos quita esencia. Por eso debemos, en la perspectiva de enfrentar y ganarle a los flagelos que ahora caminan juntos, generar acciones y respuestas integrales efectivas y eficaces de las instituciones persecutoras del crimen.

Son tibias y complacientes y ayudan a perpetuar la mentira y la corrupción, las posturas de sólo denunciar su mayor o menor “intensidad”. La integralidad efectividad y eficacia, que demandamos, deben estar basadas en un marco jurídico coherente con el derecho interno e internacional y de tolerancia cero a las formas de corrupción y, entre otros aspectos, con penas doblemente duras. Necesitamos procesos sociales inteligentes que los reten y “voluntad política” de todos los poderes del Estado de -verdaderamente- enfrentar la corrupción y no solo tiene que ver con lo que intente hacer un ministro o el presidente.

Parte importante de esta lucha implica y más allá de coyunturas, porque como sabemos la corrupción es transversal en la mayoría de actividades del Estado, someter a procesos francos y abiertos de reestructuración al Estado, a fin de evitar la discrecionalidad, el secreto institucional y el monopolio de la información. Es derrumbar barreras y circuitos mafiosos existentes y construir política de Estado contra la corrupción y la impunidad.

A la COVID-19 lo venceremos en el tiempo desde la ciencia. A la corrupción y la mentira, que hoy también conspiran para matarnos, sólo los eliminaremos de nuestras vidas mejorando como humanos."


jueves, 4 de marzo de 2021

Las resistencias al “lenguaje inclusivo”

 Publicado en:
El Clarín (Cajamarca Perú)
TRUJILLOPRENSAPERU (Trujillo Perú)

Con compasión aprecio que aún hay quiénes se irritan, lo veo siempre en los grupos en los que hago parte en redes sociales, cuando alguien expresa -en general- opiniones que afirman la importancia del desarrollo del “enfoque de género” en las políticas de Estado.

Llamar la atención, por ejemplo, debido a su frecuencia, sobre el innecesario uso de expresiones “sexistas” por ser discriminatorias, nos expone. También, entre otros, el uso del “lenguaje inclusivo” que alude, siguiendo a Naciones Unidas, a “la manera de expresarse oralmente y por escrito sin discriminar a un sexo, género social o identidad de género en particular y sin perpetuar estereotipos de género”.

Esta semana me tocó apreciar algunos de estos arrebatos cuando, en un gesto de cortesía, utilicé la frase “reciban un fuerte abrazo todos y todas”. El androcentrismo, que como es conocido hace referencia a la aberrante y primitiva práctica de otorgar al varón y a su valoración de las cosas una posición central en las sociedades la cultura y la historia, no se hizo esperar y buscó marcar terreno.

Es “moda”, "pose", "huachafería" indicaron algunos. Otros adujeron que es afán por “distorsionar el lenguaje”. Los más arraigados con su práctica simplemente ironizaron su uso y no dudaron en poner como sus interlocutores válidos a personajes públicos que, por su falta de “ubicatex” y pese a su renombre mundial, solo se han limitado -en el curso de su vida- a defender un patriarcado decadente y obsoleto y relaciones sociales basadas en privilegios viles del varón.

Sin duda, valorando que las palabras expresan lo que pensamos del mundo y de las personas, se trata de humanos que viven anclados en el pasado y que, en esa medida, se resisten a reconocer que el mundo evoluciona cada segundo. Que hay enfoques, como el de género, interculturalidad, derechos, políticas públicas y otros, que están marcando el desarrollo de las sociedades, desde lo normativo e institucional y otros ámbitos, debido a la persistente situación de vulnerabilidad, que buscan revertir, en la que aún se encuentran sectores tradicionalmente excluidos, como el de las mujeres.

Les aterra que el “lenguaje inclusivo” avance y acelere el proceso de igualdad de género y de combate a los prejuicios de género; considerando que el lenguaje es uno de los factores clave que determinan las actitudes culturales y sociales. Por inercia, o la justificación que fuese, estas personas son reacias a crear entornos de trabajo que abracen la igualdad y sean inclusivos. Tienen miedo competir, bajo reglas justas, con una mujer.

En ese sentido, una evolución en el lenguaje contribuirá a cambiar aquellas estructuras mentales obsoletas y retrógradas, marcadas por estereotipos y mandatos sexistas. Es imperativo un lenguaje incluyente, más equitativo y justo para todas las personas y en ese ámbito el proceso educativo juega un papel central.

Entonces no se trata de juego de palabras, es confrontación con las construcciones socioculturales imperantes. No es ir contra la sacrosanta Real Academia Española, es darle contenidos a los derechos de las mujeres. No es terrorismo gramatical, es encarar y cuestionar los roles comportamientos actividades y atributos que nuestra sociedad otorga -hoy- a los seres humanos dependiendo de su sexo, etc.

Por eso, situar al hombre como centro de todas las cosas, en pleno siglo XXI, es delirante. Aceptar su predominio por el solo hecho de ser hombre resulta irracional. El “lenguaje inclusivo”, en el cometido de despatriarcalización que se expresa en dominación y opresiones, es una herramienta valiosa que debemos potenciar; es lo que nos conviene en este proceso de construcción de sociedades más equilibradas y con oportunidades para todos y todas.