Publicado en:
El Clarín (Cajamarca Perú)
Hoy
recibí un poema de Emelina Vásquez Ramírez (15), de la Institución Educativa
10639 de San Lorenzo de Bajo Cajamarca, sobre la lucha contra corrupción y
decidí reflexionar sobre el papel que les asiste a los jóvenes en este proceso,
inspirado en su justo deseo y exigencia a nuestra sociedad.
Hoy
la corrupción es reconocida como tres de las primeras preocupaciones de las sociedades
latinoamericanas y de otras latitudes del planeta. En Perú, como lo hemos
expresado en columnas anteriores, en orden a lo que sigue ocurriendo, persiste
el abuso de poder en el uso de los cargos y en la utilización de los fondos
públicos para beneficio de servidores y miembros de los gobiernos locales regionales
y nacionales; salvo honrosas excepciones. Un problema que se ha expandido y
constituido en el más grave obstáculo para el desarrollo de los 1822 distritos
existentes en el territorio nacional.
A
más corrupción, menos calidad en los servicios públicos (educación, salud, vías
de comunicación, etc) prestados desde los niveles funcionales del Estado. A
mayor corrupción, mayor el declive y debilitamiento de nuestras instituciones
democráticas (sistema de justicia, Policía Nacional, Contraloría, gobiernos municipales
y regionales, etc), lo que impacta en la confianza de la población en la
gestión y la eficiencia del sector público. A más corrupción menos posibilidad
de ejercicio de ciudadanía y mayor rechazo a la política y la vida en
democracia.
Según
la Oficina Nacional de Procesos Electorales (ONPE), serán 524,298 jóvenes los
que el 7 de octubre sumarán las filas como nuevos electores, de los cuales más
de 15 mil fueron sorteados como miembros de mesa. Para el año 2017 según el Instituto
Nacional de Estadística e Informática (INEI), existían 8 millones 441 mil
jóvenes (de los 31 millones 237 mil 385 peruanos) de 15 a 29 años de edad, de
los cuales 4 millones 275 mil eran hombres y 4 millones 165 mil mujeres.
En
este contexto, resulta destacable la conducta cívica de Emelina, pero también
la de Alder Gómez, Alberto Moncada, Carlos Quiroz, Manuel Alayo, Deyli Medali
Rojas Hernández, Zenen Avellaneda, Edwin Leyva Arrivasplata, entre otros tantos
jóvenes de mi Agua Blanca en San Miguel, porque cuestionan el mundo en que
vivimos y muestran inconformidad con “el sistema” imperante. Todos ellos, no
vacilan en expresar sus perspectivas y acciones de lucha contra la corrupción
en sus ámbitos sociales. Son personas que encarnan el convencimiento de que es
posible una democracia más limpia y transparente y que participar en política
informada y constructivamente es un derecho pero al mismo tiempo un deber.
Se
trata de jóvenes, como los que me ha tocado conocer en El Salvador, Guatemala,
México, Chile, Ecuador, Bolivia y otros países de nuestra América, que no
desean seguir siendo un dato estadístico, un voto y, en general, individuos sin ciudadanía efectiva. Son jóvenes que
expresan su desprecio a la corrupción y están buscando desarrollar canales de
participación ciudadana para lograr una rendición efectiva de cuentas, a la par
del mejoramiento de la cultura jurídica y democrática.
En
este orden de situaciones, insto a nuestros jóvenes para que afiancen su misión,
con la pasión que los caracteriza, de forjar la buena política; una sin
corrupción. Necesitamos jóvenes con espíritu político genuino que trascienda al
poder momentáneo y que exprese su profundo amor a una causa de justicia,
incluso, con el ejemplo glorioso del sacrificio.
Luis
Alberto Sánchez nos transmitió la sustancia de la política. El éxito no es
alcanzar los pináculos deseables o el poder, es servir, “servir en cualquier
capacidad. Realmente gozo sirviendo, me molesta mucho cuando no puedo servir.
No me ha interesado mucho el sobresalir. … lo que me interesa es seguir
sirviendo y seguir haciendo cosas”. Saúl Cóndor Medina vivió para servir a su
San Gregorio y Agua Blanca en San Miguel Cajamarca.
No
hay futuro para nuestros pueblos sin ustedes queridos jóvenes, por eso dejo
anotado -en modo preguntas- algunos desafíos: ¿Qué papel les toca para
adecentar y centrar el debate político? ¿Qué papel tienen los partidos
políticos para formar nuevas generaciones? ¿Qué puede aportar una ley de
partidos para que ustedes sean visibilizados?. Añado algunas arengas: No
pierdan el gesto de la pregunta. No sucedan a sus generaciones sin fecundar. Tengan
nuevos líderes con visión apostólica y nunca caigan en la condición de
mercaderes haciendo política. Sean potentes, estremecedores y arrastren y
subviertan a las masas contra la corrupción.
Los
años venideros deben ser un tiempo para ustedes y solo así afrontaremos el
bicentenario con la génesis de la esperanza. Creo que hay jóvenes preparados
para una política en serio. Los reto a avanzar en ese cometido.
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