jueves, 18 de octubre de 2018

Necesitamos fortalecer el sistema electoral


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El Clarín (Cajamarca Perú)

Lo que ocurre en Lima, en casi todos los ámbitos, sigue marcando la agenda nacional. Seguimos con un centralismo predominante -en el discurso y los hechos- y en consecuencia con una visión del país desde lo limeño; lo que distorsiona la formulación, desarrollo y evaluación de medidas a nivel de las distintas reparticiones del Estado; y su funcionamiento mismo. Los gobiernos regionales y municipales de las grandes urbes, no terminan de hacer valer sus cuotas de poder, frente al centralismo.

Un ejemplo patético de estas anomalías y distorsiones funcionales lo encontramos en las instituciones que conforman el sistema electoral.

Un Jurado Nacional de Elecciones – JNE que, pese a sus esfuerzos por modernizarse, administra justicia electoral con una mora injustificada, que termina afectando derechos civiles y políticos. Su función de fiscalización de la legalidad del proceso electoral, también exhibe más sombras que luces, debido a la retardación que, sobre todo los Jurados Electorales Especiales - JEE, tienen. No es posible, por ejemplo, que faltando menos de cinco días para el sufragio, el JEE de San Pablo (Cajamarca), esté resolviendo casos de exclusión de candidatos. Los canales de comunicación entre el JNE y los JEE son insuficientes y todo indica que en ocasiones obedecen a cuotas del poder de turno y otras formas de poder corrupto y corruptor.

Una Oficina Nacional de Procesos Electorales - ONPE - que centra sus acciones en las grandes ciudades y solo aparece en las provincias y los distritos del “interior” del país, horas antes del acto de sufragio. La organización del proceso electoral, es concebida fundamentalmente como la provisión del material electoral. Su función de dictar disposiciones para mantener el orden y la protección de las personas durante elecciones, resulta secundario y tardío; considerando que jamás realizan una labor de vigilancia y control de las campañas electorales, excepto en Lima y algunas capitales de región. En provincias y distritos las campañas electorales, así, terminan siendo un mercado en el que se compran y venden votos al mejor postor. Un ejemplo de estas malas prácticas, lo encontramos en nuestra Cajamarca, en la provincia de San Miguel y en extremo de flagrancia, en cada proceso electoral en mi distrito de Agua Blanca.

El Registro Nacional de Identificación y Estado Civil – RENIEC, por su parte, si bien es cierto prepara y actualiza el padrón electoral, en coordinación con la ONPE, entiendo cada 15 años, no realiza un trabajo científico de identificación de movimientos inusitados de electores de un lugar a otro. Por eso en gran parte de nuestros distritos del Perú profundo, seguimos con porcentajes altos de los llamados “votos golondrinos”; que es una forma a través de la cual se expresa y potencia la corrupción municipal.

En esta línea de reflexiones, en el marco de las últimas elecciones presidenciales (2016) de nuestro país, el secretario general de la Organización de Estados Americanos - OEA, expresó que "el sistema de inhabilitación que aplica el JNE no ofrece garantías necesarias" a los candidatos; considerando la arbitraria y direccionada exclusión de algunos. Recordemos que el JNE excluyó a Julio Guzmán y mantuvo a la señora “K” y otros con antecedentes vinculados a la corrupción; como quedó demostrado luego con PPK. En ese sentido, esta valoración de Almagro, nos hace ver que necesitamos fortalecer el sistema electoral y no porque él lo indique, sino porque es una necesidad para afirmar y consolidar nuestra insuficiente democracia.

Evitar que tengamos a elementos como Kenji Fujimori (Lima), Reber Joaquín Ramírez Gamarra y Cecilia Isabel Chacón De Vettori (Cajamarca), Esther Saavedra Vela (San Martín), Martha Chávez y Mauricio Mulder (Lima), Javier Velásquez Quesquén (Lambayeque) y otros, implica mejorar nuestra educación política y jurídica; pero sobre todo tener un sistema electoral que sea independiente del poder político y económico, no corrupto, que informe más, que desarrolle actividades permanentes y persistentes de cultura electoral democrática y, en suma, facilite y contribuya para que la población realice una elección de calidad de sus gobernantes a nivel nacional, regional y municipal.

Los resultados obtenidos en la elección del domingo último, en general, es una buena señal, pero no debemos cantar vitoria. Hay distritos, cientos en el Perú profundo, que ahora tendrán autoridades que compraron la elección a través de la compra de votos y otras tantas que generarán perdón sin castigo a la gestión saliente (mi Agua Blanca por ejemplo). Este es un círculo vicioso que el sistema electoral deberá corregir, si su apuesta es por la construcción de institucionalidad democrática y la lucha frontal contra la corrupción.

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