Publicado en:
El Clarín (Cajamarca Perú)
TRUJILLOPRENSAPERU (Trujillo Perú)
Coreo del Sur (Sucre Bolivia)
Gaceta Jurídica - La Razón (La Paz Bolivia)
No
existen elementos que nos lleven a decir lo contrario y es bueno
–constructivamente– insinuarlo, en la lógica de motivar reflexiones más
profundas, aportar al debate (que no existe) y apuntalar propuestas y
prioridades sobre los problemas y necesidades nacionales; que ayuden a
clarificar qué perspectivas de país tienen los políticos y lo que nos conviene
como pueblo.
La
forma en que, hasta hoy, los principales actores de nuestros procesos
electorales se han comportado, nos lleva a afirmar que siguen primando
intereses distintos a aquellos que tienen que ver con el fortalecimiento del
sistema democrático y el Estado de Derecho.
Políticos,
grupos de poder económico, medios de comunicación, encuestadoras, asociaciones
de profesionales y otros sectores, no aprenden de sus errores del pasado. Todos
continúan sin autocrítica política y persiguen, con sed de desierto, el poder
para fines de venganza. Los proyectos siguen siendo solo de poder y no de país
querido. Siguen concibiendo que hacer gobierno es sentido de propiedad del
Estado, no rendir cuentas y, entre otras formas, fomentar la corrupción
instrumentalizando leyes y controlando instituciones del Estado.
Caudillismos,
dispersión, fanatismo, corrupción, impunidad, improvisación, mentiras y
oportunismos, son apenas algunas de las características de la mayoría de
“ofertas políticas” que tenemos a la vista. La inexistencia de partidos
políticos, en su perspectiva y esencia democrática, nos pasa la factura
nuevamente.
Por
eso es necesario, en legítimo ejercicio de ciudadanía, separar la paja del
trigo –y de ser necesario confrontando– y exponer socialmente a aquellas
propuestas políticas que ahora, con diferente rostro y nombre, pretenden
acceder al poder y hacer gobierno a fin de seguir defendiendo intereses de minorías
(los mismos de ayer y del pasado) y lucrando en desmedro de necesidades
postergadas, por siglos, de la población.
También
es menester poner bajo lupa, críticamente y despojándonos de simpatías y
arraigos ideológicos, a aquellas opciones políticas que por motivos
coyunturales creen tener opción de ser elegidas. Si bien es cierto que es
legítima su participación, deben demostrar que sus intereses personales y de
los grupos que los respaldan están muy por debajo de aquellos que hacen a un
país democrático y con derechos vigentes y no nominales.
Evitemos
que nuestra historia política siga plagada de caudillos, falsos
revolucionarios, improvisados y corruptos. No nos condenemos a más de lo mismo.
Estamos a tiempo de corregir nuestros pasos andados. Demos contenido al derecho
de elegir, con un voto informado, y no sigamos siendo instrumento de políticos
inescrupulosos y estadística del sistema.
No
consideremos a “partidos”, “alianzas” o “movimientos” políticos con
antecedentes antidemocráticos y de corrupción. No elijamos a personas que
tienen probado conflicto con la ley penal, exhiben una moral esclavista y son
antiderechos. No hagamos caso a los medios de comunicación que inducen a un
voto desinformado y que, soterradamente, llevan agua al molino de los corruptos
e inmorales.
Un
país democrático, entre otros tantos elementos, está conformado por
instituciones sólidas y confiables, por un marco jurídico que promueve y
materializa derechos, por partidos políticos con bases y mecanismos de
renovación periódica, pero sobre todo por ciudadanos. Es tiempo de practicar
esa condición y no seguir siendo “tontos útiles” de indeseables que, en nombre
de la patria, la política y la democracia, nos siguen manteniendo en este
círculo vicioso de mentiras, violencia, hambre y muerte.
Caminemos
hacia la renovación total de la clase política y pongamos como prioridad un
nuevo pacto social, con el pueblo como actor principal. Avanzar a estos
objetivos mayores es tarea de todos y todas e implica escoger bien, votar por
los y las mejores y controlarlos. Las elecciones que se avecinan son una nueva
oportunidad, no la desperdicies.
Si
no quieres “más de lo mismo”, no insistas en elegir a los peores. Sé
responsable con tu familia y tu país
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