martes, 11 de febrero de 2020

Próximas elecciones ¿más de lo mismo?


Publicado en:
El Clarín (Cajamarca Perú)
TRUJILLOPRENSAPERU (Trujillo Perú)
Coreo del Sur (Sucre Bolivia)

No existen elementos que nos lleven a decir lo contrario y es bueno –constructivamente– insinuarlo, en la lógica de motivar reflexiones más profundas, aportar al debate (que no existe) y apuntalar propuestas y prioridades sobre los problemas y necesidades nacionales; que ayuden a clarificar qué perspectivas de país tienen los políticos y lo que nos conviene como pueblo.

La forma en que, hasta hoy, los principales actores de nuestros procesos electorales se han comportado, nos lleva a afirmar que siguen primando intereses distintos a aquellos que tienen que ver con el fortalecimiento del sistema democrático y el Estado de Derecho.

Políticos, grupos de poder económico, medios de comunicación, encuestadoras, asociaciones de profesionales y otros sectores, no aprenden de sus errores del pasado. Todos continúan sin autocrítica política y persiguen, con sed de desierto, el poder para fines de venganza. Los proyectos siguen siendo solo de poder y no de país querido. Siguen concibiendo que hacer gobierno es sentido de propiedad del Estado, no rendir cuentas y, entre otras formas, fomentar la corrupción instrumentalizando leyes y controlando instituciones del Estado.

Caudillismos, dispersión, fanatismo, corrupción, impunidad, improvisación, mentiras y oportunismos, son apenas algunas de las características de la mayoría de “ofertas políticas” que tenemos a la vista. La inexistencia de partidos políticos, en su perspectiva y esencia democrática, nos pasa la factura nuevamente.

Por eso es necesario, en legítimo ejercicio de ciudadanía, separar la paja del trigo –y de ser necesario confrontando– y exponer socialmente a aquellas propuestas políticas que ahora, con diferente rostro y nombre, pretenden acceder al poder y hacer gobierno a fin de seguir defendiendo intereses de minorías (los mismos de ayer y del pasado) y lucrando en desmedro de necesidades postergadas, por siglos, de la población.

También es menester poner bajo lupa, críticamente y despojándonos de simpatías y arraigos ideológicos, a aquellas opciones políticas que por motivos coyunturales creen tener opción de ser elegidas. Si bien es cierto que es legítima su participación, deben demostrar que sus intereses personales y de los grupos que los respaldan están muy por debajo de aquellos que hacen a un país democrático y con derechos vigentes y no nominales.

Evitemos que nuestra historia política siga plagada de caudillos, falsos revolucionarios, improvisados y corruptos. No nos condenemos a más de lo mismo. Estamos a tiempo de corregir nuestros pasos andados. Demos contenido al derecho de elegir, con un voto informado, y no sigamos siendo instrumento de políticos inescrupulosos y estadística del sistema.

No consideremos a “partidos”, “alianzas” o “movimientos” políticos con antecedentes antidemocráticos y de corrupción. No elijamos a personas que tienen probado conflicto con la ley penal, exhiben una moral esclavista y son antiderechos. No hagamos caso a los medios de comunicación que inducen a un voto desinformado y que, soterradamente, llevan agua al molino de los corruptos e inmorales.

Un país democrático, entre otros tantos elementos, está conformado por instituciones sólidas y confiables, por un marco jurídico que promueve y materializa derechos, por partidos políticos con bases y mecanismos de renovación periódica, pero sobre todo por ciudadanos. Es tiempo de practicar esa condición y no seguir siendo “tontos útiles” de indeseables que, en nombre de la patria, la política y la democracia, nos siguen manteniendo en este círculo vicioso de mentiras, violencia, hambre y muerte.

Caminemos hacia la renovación total de la clase política y pongamos como prioridad un nuevo pacto social, con el pueblo como actor principal. Avanzar a estos objetivos mayores es tarea de todos y todas e implica escoger bien, votar por los y las mejores y controlarlos. Las elecciones que se avecinan son una nueva oportunidad, no la desperdicies.

Si no quieres “más de lo mismo”, no insistas en elegir a los peores. Sé responsable con tu familia y tu país

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