Publicado en:
El Clarín (Cajamarca Perú)
TRUJILLOPRENSAPERU.COM (Trujillo Perú)
Los Tiempos (Cochabamba Bolivia)
Gaceta Jurídica - La Razón (La Paz Bolivia?)
Sí.
Todo ser humano debería cumplir una misión en el curso de su vida, como manera
de justificar y darle contenido a su existencia.
¿Qué
estás haciendo que te diferencia del resto de animales? ¿Sólo naces, creces, te
reproduces y esperas la muerte? ¿Cuál es el legado que le estás dejando a la
sociedad donde te encuentras?
Hablo
de un reto personal por asumir, considerando que lo que ocurre -en este
momento- en gran parte del mundo, nos interpela en nuestra esencia.
¿Seguiremos
diciendo que estamos bien y que las crisis que azotan a nuestros pueblos es
asunto de los demás y que la solución debe provenir únicamente de la barita
mágica de los políticos y gobernantes? ¿Qué estamos esperando ocurra para
empezar a repensar y replantear los planos en los que estamos fallando como
humanos?
Insisto,
pero esta vez de otro modo. Pregúnteles a sus hijos o sobrinos si creen que el
país que le estás heredando es lo que ellos se merecen. Claro que para tener
una respuesta que sume, debes estar esforzándote -también- en darle buenos
hijos a esta sociedad.
Por
eso los invito a, sin dejar de tenerlos como prioridad, salirse -aunque sea por
un tiempo corto- de su cómoda esfera personal y núcleo familiar y, con espíritu
autocrítico y constructivo, definir y empezar a desarrollar acciones que
influyan socialmente, en los ámbitos en los que se desenvuelven, en la
perspectiva de rescatar valores y principios que hacen a una vida con justicia
y equidad.
Hay
dos etapas propicias, para este buen propósito, la juventud y adultez. La bondad
de los años, sumado a la inquieta creatividad, lucha y compromiso por un lado y
por el otro el aprendizaje y la experiencia, la seguridad y el horizonte claro,
al servicio de este propósito; es algo que nos falta explotar.
No
concuerdo con quiénes creen que es necesario llegar a la vejez para tener
claridad (le llaman “sabiduría”) sobre lo que nos conviene como personas y
sociedad. Son falsos preconceptos que nos llevan a postergar lo importante,
mantienen anclados en el tiempo y sin aportar socialmente.
En
esta línea, los objetivos y metas personales también deberían ser sociales y
consustanciales a la existencia humana y no como ocurre hoy. El divorcio de los
intereses personal y familiar de lo que le conviene a la colectividad, nos
tiene enfrentados y en proceso de autodestrucción.
Necesitamos
despojarnos del egoísmo, que es el hermano mayor del individualismo, porque
envilece el alma y lo envenena. Éste, lleva al ser humano a perpetrar
aberraciones y atrocidades como torcer el Derecho, perseguir y arrebatarle la
vida al prójimo, mentir calculada e impulsivamente, instrumentalizar a los más
débiles, olvidar compromisos y responsabilidades, e incluso ir contra los
hermanos y los padres.
Necesitamos
países de ciudadanos. Nos referimos a personas que no caminan a la deriva sino
que tienen metas y objetivos personales pero también sociales, que aportan y
construyen, que ayudan al más vulnerable sin esperar nada a cambio, que tienen
cultura del trabajo y del servicio y que transitan en la vida enseñando los valores
justicia y equidad y -algo muy importante- sin odios y resentimientos.
Mientras
no comprendamos que el ser humano adquiere la condición de tal, sólo cuando
comparte, nuestros problemas y enfrentamientos -como sociedad- irán en aumento.
Está demostrado. Nos estamos quedando (los humanos) sin esencia, sin alma.
Debe
ser un propósito de la vida cumplir una misión. Por eso, aprender a compartir y
no ser egoísta y angurriento es parte central de ese fin humano.
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