martes, 28 de mayo de 2019

Educación con “enfoque de género”

Publicado en:
El Clarín (Cajamarca Perú)
El Poder (Tarapoto Perú)

Nuevamente, y más que en otros momentos recientes, resuena en el país el debate sobre la educación con “enfoque de género”. Una cuestión que, por sus múltiples implicancias e impacto en el tejido social, pone -positivamente- en vitrina las diversas miradas que tenemos los peruanos sobre el ser humano, sus formas de relacionarse y el reconocimiento y ejercicio de sus derechos. 

Recordemos que, luego de un proceso judicial de veintisiete meses, a nivel de tribunal de cierre, la Sala de Derecho Constitucional y Social Permanente de la Corte Suprema, en apelación promovida por el Ministerio de Educación, declaró “infundada” la acción interpuesta por el colectivo “Padres en Acción”; con lo que ratificó que el “enfoque de género” continúa en la currícula escolar. 

Se aprecian argumentos a favor y en contra de una educación igualitaria y no marcada por la diferenciación, el rechazo y la injusticia y también una postura vacilante de un sector, el mayoritario, del cual no se tiene una perspectiva clara; considerando su nivel educativo y que se trata de un tema complejo y, debido al divorcio entre las instituciones del Estado y la población, visto como muy lejano e intrascendente. 

Por un lado encontramos a los minoritarios, aquellos que agreden y en sus pasos practican y promueven la cultura del odio; desde la política, la prensa o la religión. Son los mismos que se oponen a la reconciliación entre los peruanos, desde dentro y fuera de las estructura del Estado. Son aquellos que poseen escasa información e intentan argumentar a partir de dogmas y elementos repetitivos desfasados y anti históricos, satanizando la decisión de la Corte Suprema de Justicia y a todo el que respalda el “enfoque de género” en nuestra educación. Se resisten, por su perfil antidemocrático, autoritario y machista, a aceptar que se trata de una decisión de un tribunal independiente que, ha formado y compatibilizado sus argumentos en las normas y jurisprudencia del derecho interno y el Derecho Internacional de los Derechos Humanos.

En la otra orilla ubicamos a un prudente y respetuoso apoyo de académicos, de las diversas áreas del quehacer humano, activistas e instituciones especializadas en derechos humanos, quiénes tienen claro la necesidad de afianzar nuestro proceso educativo, trabajando en aspectos que hacen a la desigualdad de género y el enfoque que éste debería tener.

No obstante, como adelantamos, existe un tercer bloque conformado por la mayoría de la población, que no tiene claridad sobre las bondades o las afectaciones que puede acarrear un proceso educativo bajo criterios de igualdad y respeto del ser humano.

La palabra “género”, siguiendo a la profesora Camila Londoño, alude a las diferencias biológicas entre hombres y mujeres con identidades (mujer, transgénero, transexual hombre, cisgénero), expresiones (femenina, andrógina masculina) y orientaciones sexuales diversas (heterosexual, bisexual, pansexual, homosexual, asexual). Añade que, de estas diferencias nacen los estereotipos de género, aquellos que han estado y siguen estando presentes en los procesos educativos generando desigualdad en la formación, brechas en los resultados académicos y desventajas para las mujeres en ciertas áreas y para los varones en otras. Afirma además que cuando hacemos diferenciación de género, hay discriminación y el futuro de las personas se ve afectado en el mundo laboral; salarios, cargos y pensiones son algunos de los factores que se comprometen e impactan en la calidad de vida de millones en la sociedad.

En ese sentido, es importante hablar de género en la educación, porque los sistemas educativos nacen las relaciones sociales que influyen en la cotidianidad, en la construcción de identidades y en la adquisición de conocimientos que permiten el desarrollo de niños y niñas. Desde esa perspectiva es fundamental construir espacios de enseñanza que estén lejos de los estereotipos y de los patrones que la sociedad asigna según el sexo de la persona. No existen tareas “sólo para hombres” y tareas “sólo para mujeres”. Este potente mensaje ha ayudado a construir aulas inclusivas sin tratos diferenciados en el mundo. Por eso, educar con “enfoque de género” es reconocer que niños y niñas tienen los mismos derechos, el mismo potencial de aprendizaje y desarrollo, y las mismas posibilidades de disfrutar de bienes, oportunidades, recursos y recompensas, al margen de sus diferencias biológicas.

El Estado peruano reconoce en su legislación nacional el enfoque de género, tal como evidencian, la Ley de Igualdad de Oportunidades entre Hombres y Mujeres, el Plan Nacional de Derechos Humanos 2018-2021, el Plan de Acción por la Infancia y la Adolescencia 2012-2021 y el Plan Nacional Contra la Violencia de Género 2016- 2021, en concordancia con compromisos internacionales que ha suscrito en materia de derechos humanos, como la Convención para la Eliminación de todas las formas de Discriminación hacia la Mujer (CEDAW), la Convención por los Derechos del Niño (CDN) y el Pacto Internacional de Derechos Económicos y Sociales (PIDESC) y lo definido por sus órganos de seguimiento a nivel de Naciones Unidas.

Por ello, con acierto, la decisión de la Corte Suprema de Justicia en su vigésimo octavo punto, enfatiza que “El asunto, por tanto, más allá de las categorías que puedan formularse y de las discusiones conceptuales que aquellas pudieran suscitar se reduce a términos muy sencillos: si comprobamos en nuestra sociedad la existencia de personas heterosexuales, homosexuales, transgénero o intersexuales, es nuestra obligación, por mandato, humano, convencional y constitucional, brindarles el mismo respeto y consideración que a cualquier otro ser humano. Por consiguiente, el currículo nacional de la educación básica tampoco puede ser acusado de inconstitucional por inculcar en nuestros estudiantes el respeto por las diferentes formas de expresión de la sexualidad”.

La educación con “enfoque de género” es en esencia, para todo país que quiere avanzar a un estadío de justicia y no impunidad y de respeto y no discriminación, un reto mayor. ¿Es dañino que las personas aprendan a reconocer sus derechos, a prevenir la violencia y a relacionarse de manera respetuosa, justa y pacífica?. Nuestro Perú, si apoyamos este proceso, puede ser un mejor país.


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