jueves, 2 de abril de 2020

Si queremos vida, trabajemos por la salud

Publicado en:
El Clarín (Cajamarca Perú)
Correo del Sur (Sucre Bolivia) 

Así como la educación es una de las armas más poderosas que podemos usar para mejorar el mundo, proveer de servicios de salud a los pueblos de la Tierra es la mejor forma de apostar por vida con dignidad.

Trabajar por la salud es mostrar respeto al ser humano, es proporcionar a la población -en general a toda y no apenas a unos cuantos- los medios necesarios para enfrentar enfermedades y ejercer un mayor control sobre estas, es desarrollar acciones de justicia que permitan alcanzar un estado adecuado de bienestar físico mental y social, es fortalecer la unidad del hombre con respecto a la naturaleza y crecer la amplitud y profundidad de su inclusión en el medio circundante. Es mostrar lo mejor de lo humano.

No podemos aspirar a la continuidad de la vida como especie, si no comprendemos su ciclo y respetamos las reglas naturales de nuestro planeta y las que rigen su relación con el Universo. Necesitamos dejar de jugar a ser dioses y poner -con humildad- el conocimiento y la ciencia al servicio de la humanidad. Resulta fundamental repensarnos y renovarnos como humanos y, recreando marcos normativos e institucionales y superando discursos que cada vez resultan más inservibles como la “soberanía de los Estados”, avanzar en la construcción de verdaderos mecanismos nacionales e internacionales de protección de la salud. Los esfuerzos nacionales son reconocidos pero han demostrado ser inútiles en tiempos de crisis, porque sus canales de comunicación y coordinación son débiles y en muchos casos inexistentes. No hemos comprendido que en asuntos de salud, todo se relativiza y las líneas imaginarias llamadas fronteras no existen.

En este proceso, así como en otros donde las reglas y los protocolos las ponen la ciencia y la tecnología, los políticos también deben dar un paso al costado. Sólo deben limitarse a acompañar el anuncio de la adopción de medidas y de ese modo evitar la distorsión e instrumentalización de las mismas a favor de sus intereses partidarios e ideológicos. Reposicionar la política desde este ángulo, como instrumento de ejercicio del poder al servicio de los pueblos, es dar certidumbre al mundo de que estamos aprendiendo y que navegamos hacia formas mejores y superiores de vida.

Conocimiento compartido, sinceridad y responsabilidad, son tres atributos que las acciones humanas deben sumar en su esencia, en adelante, para guardar esperanza de que venceremos a este (el coronavirus) y otros acechos futuros. Nos alcanza a todos y todas y no solo a los que gobiernan nuestros pueblos y países. En esa perspectiva, la construcción de políticas de Estado en salud, que dicho sea de paso obedece a un proceso mayoritariamente técnico y científico, si recae en personas que no tienen estas condiciones, se convierte en cualquier cosa menos en oportunidad de tener sociedades con servicios de salud accesibles eficaces eficientes y con altos niveles de predictibilidad y previsión.

La pandemia del coronavirus, ha puesto a todo en cuestionamiento. Hasta el Derecho interno e internacional está en jaque, porque no previeron la atención de supuestos básicos que -como siempre ocurre en casos de crisis- ahora impactan mayormente en los sectores en mayor situación de vulnerabilidad y pobreza. La economía sigue ofreciendo respuestas inconsistentes en su afán de seguir manteniendo el predominio de grupos de poder y su reacomodo en el “orden mundial”. Cada ciencia tiene sus puntos flacos y, por donde las miremos, exhiben sus debilidades y no ofrecen un rumbo a seguir.

Vivimos tiempos difíciles que debemos convertir en oportunidad. El aislamiento e incertidumbre que hoy nos acongoja y deprime, podemos transformarlos en ocasión para cultivar un diálogo interno -les planteo el reto de descubrir un propósito en su vida, aún estamos a tiempo- y uno externo de masas de alcance mundial que contribuya a establecer prioridades en nuestras sociedades y Estados. Salud, justicia, educación, alimentación y otros, siempre serán prioridad y dice mucho del tipo de país que tenemos.

Si queremos vivir, apostemos por materializar el derecho humano a la salud. Si no lo hacemos en este tiempo, trabajando por lograr sistemas útiles, estamos condenándonos a sufrir una y mil veces otras plagas y de mayores consecuencias en la vida humana."

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