miércoles, 2 de junio de 2021

Costumbres antidemocráticas

Publicado en:
Correo del Sur (Sucre Bolivia)
El Clarin (Cajamarca Perú)

“Roba pero hace obra”, se trata del “mal menor”, entre otras, son concepciones sociales que estamos adquiriendo, pese a que no soportan análisis lógico alguno, en diversos países que tienen incipientes democracias. Se están afirmando, como forma pragmática de justificar la corrupción y la impunidad del mundo político.

Según un estudio de hace tres años del Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (Celag), con márgenes de error entre +/-0,9% y +/- 2,2% e intervalo de confianza del 95%, en Ecuador “Dos de cada tres encuestados (61,2%) creen que es más importante la capacidad de gestión a la hora de elegir a un político, antes que la honestidad (35,7%)”.

Para el Novel de Literatura Vargas Llosa, en la actual contienda electoral, Keiko Fujimori es “el mal menor” y “representa la posibilidad de continuar con el sistema democrático… instalado en el Perú y de que el país no se vaya a la catástrofe...” Un salto en garrocha a los principios y valores, considerando que toda perspectiva democrática es esencialmente ética, en el análisis y en la práctica política, si de promover y brindar servicios públicos con probidad se trata.

Preocupa y decepciona, en esa línea de coherencia que todo líder moral debe tener, posiciones que promueven un Estado postrado y al servicio del crimen.

La tolerancia a la corrupción sigue ganando terreno y es vista como normal cuando los tradicionalmente predominantes hacen gobierno. Desde la política está permitido delinquir, es el mensaje y con un empujón más de algún otro laureado se hará regla. Lo curioso es que cada vez más gente honesta e “ilustrada”, pese a conocer -por ejemplo- su pernicioso impacto en los derechos humanos lo permite al guardar silencio. Se resisten a “participar en política” pero sí están primeros para lamentarse y culpar a alguien de los males del país.

Desconcertantes e irresponsables resultan aquellos argumentos que, manipulando conceptos como libertad y democracia, abiertamente respaldan la corrupción. “El mal menor”, así le vuelven a llamar, conociendo al detalle la acusación fiscal que tiene su apadrinada, de treinta años y diez meses de prisión, por presuntos delitos de crimen organizado, lavado de activos, obstrucción a la justicia y falsa declaración en procedimiento administrativo.

En este contexto sumarse a la campaña del miedo, como herramienta política para solapar y mantener el latrocinio del Estado -y desde el- en alianza con el sector privado predominante, resulta inmoral. Mostrar como defensores de la libertad y la democracia a un perfil así, ante una población mayoritariamente desinformada y lejana de lo político, hace paria a cualquier ser humano.

Todo está perdido cuando lo peor sirve de ejemplo y lo bueno de burla y agravio, por pensar diferente. Ernesto Sábato sobre el punto dijo “Me pregunto en qué clase de sociedad vivimos, qué democracia tenemos donde los corruptos viven en la impunidad, y al hambre de los pueblos se la considera subversiva".

Es imperativo darnos cuenta que nuestros países no han alcanzado niveles de desarrollo, competitividad y bienestar para nuestra gente debido a la corrupción. Las pruebas están en la impunidad con la que operan y en el rostro de los nuevos “ricos” que surgen de la noche a la mañana. Las carencias de justicia, empleo, salud y, entre otros, desarrollo social del país, también los delatan.

Hay que levantar la conciencia social. Un país se construye a base de valores, la honestidad es uno fundador, para evitar que a los que elijamos nos sigan robando con total impunidad y al amparo de padrinazgos cada vez más deslucidos por insensibles e inhumanos.


No hay comentarios:

Publicar un comentario