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El Clarín (Cajamarca Perú)
El Clarín (Cajamarca Perú)
Correo del Sur (Sucre Bolivia)
El ser humano por naturaleza ha sido, es y será
migrante. Nada lo ha detenido, en el tiempo, en su proceso de movilización y
adaptación en la faz de la tierra. No obstante, existen en el mundo, más
visibles en las últimas décadas, visiones manchadas por el desconocimiento, el
miedo y la intolerancia, que colocan a millones de seres humanos, en la
condición de parias por ejercer su derecho a emigrar.
Desde el paleolítico
y sus efectos climáticos en Africa, pasando por el periodo del Homo Erectus que
llegó a Europa y Asia hace cientos de miles de años y los Homo Sapiens,
experimentaron diversas olas migratorias y fusiones poblacionales hasta
establecerse dentro y fuera de Africa.
La invasión y
colonización de América, otros tantos miles de años después, por ingleses,
franceses, italianos, portugueses y, entre otros, los españoles -todos
descendientes de migrantes Ilirios, dacios y tracios, georgianos, itálicos,
etruscos, vénetos, ligures, colonos griegos, celtas, galos, réticos, suabos,
vénetos, lugios y pueblos bálticos- son prueba irrefutable de que somos un
crisol de mezclas emergentes de distintas e intermitentes olas migratorias y de
exploración.
Así, migrar es
expresión del supremo valor del ser humano de ser y sentirse libre, de elegir
su senda y transitarla. En ese sentido hoy, si bien es cierto existen avances
en la construcción de marcos jurídicos a nivel nacional e internacional, aun
falta fortalecer la gobernanza de la migración, a través de la adopción de una
serie de normas jurídicas específicas, que emanen de las relaciones y
negociaciones, como las binacionales y el multilateralismo, con el fin de
restringir, regular y canalizar la migración; en coherencia con los derechos
humanos de los migrantes y la necesidad de promover dichos derechos y
protegerlos en el marco del ejercicio de la soberanía de los Estados.
En la línea de lo
anterior, en orden a los esfuerzos de la Organización Mundial para la
Migración, es necesario promover y afianzar el desarrollo del derecho
internacional sobre migración, el debate político y orientación, la protección
de los derechos de los migrantes, la migración y salud y la dimensión de género
en la migración.
En este marco de
reflexión, ejemplos como el de los centroamericanos intentando llegar caminando
-hace unos meses- a Estados Unidos, el de los cientos de migrantes y refugiados
sirios que murieron intentando llegar a Europa, o los más de cuatro millones de
venezolanos que -en los últimos años- abandonaron la patria de Bolívar,
interpelan todos estos avances normativos e institucionales; pero sobre todo
ponen en evidencia la conducta xenófoba que persiste en norteamericanos
europeos y latinoamericanos.
La humanidad aun no
ha comprendido, la situación de vulnerabilidad en la que la mayoría de
migrantes se encuentra y -torpemente- la revictimiza con agresiones y ofensas
de todo tipo, o desde la propia acción del Estado a través de la negación de
servicios como el de salud o justicia. Ocurre –dramáticamente- en mi Perú
frente a los venezolanos y ocurre en Bolivia cuando mis connacionales tienen el
infortunio de estar en estrado judicial; entre otros ámbitos.
Está ocurriendo en
este momento, mientras lee esta columna, y a casi nadie parece importarle. Pero
no solo es indiferencia, es, en la mayoría de casos, una acción
preterintencional de políticos populistas y sus aliados en sectores claves del
mercado nacional e internacional, que actúan en la lógica de obtener beneficios
económicos -de grupo o individuales- a costa de los derechos de los migrantes.
Paradójicamente, son
los países que más beneficios han tenido de la migración, los que ahora la
restringen y cuestionan. Doblemente paradójico es que sean los países que
promovieron la suscripción de acuerdos, como la Declaración Universal de
Derechos Humanos en 1948 y otros, los que ahora desconocen que toda persona
tiene derecho a circular libremente y a elegir su residencia en el territorio
de un Estado; o a salir de cualquier país, incluso del propio, y a regresar a
su país.
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